¿Probióticos para combatir los trastornos del estado de ánimo, no se lo cree? ¡Se equivoca! Un nuevo estudio acaba de demostrar que la flora intestinal se comunica con el cerebro en un lenguaje que no se sospechaba. Hasta ahora, se sabía que las bacterias eran capaces de dialogar con el cerebro fabricando los mismos neurotransmisores que éste. Ahora se sabe que éstas controlan la expresión de numerosos genes humanos mediante otro conocido mensajero: el óxido nítrico.
Este descubrimiento confirma el inmenso potencial de los probióticos para combatir los trastornos depresivos cuyas víctimas están en constante aumento desde hace varias décadas. Éste también confirma el estatus de “precursor” de Supersmart, que viene ofreciendo desde hace varios meses una fórmula probiótica denominada Lactoxira destinada a combatir la depresión y mejorar la salud mental .
Las bacterias intestinales son microorganismos que viven en nuestro tubo digestivo. ¡Posiblemente éstas son más de 100.000 millones y alcanzan su pleno desarrollo con un peso total más pesado que nuestro cerebro! Al principio, los investigadores pensaban que éstas nos ayudan simplemente a digerir mejor . Éstos comprendieron rápidamente que éstas se alimentan de partículas alimenticias que nosotros no podemos digerir y que a cambio producen moléculas beneficiosas. Pero éstos no han ido lo suficientemente lejos. En realidad, el hombre y su microbiota viven en simbiosis total, hasta el punto de formar un ser híbrido humano-microbios donde cada uno de ellos es indispensable para el otro.
Así pues, la comunidad científica ha descubierto que la flora bacteriana se encarga de una parte de la maduración de nuestro sistema inmunitario enseñando al organismo a reaccionar de forma apropiada frente a moléculas extrañas. Así que posiblemente el auge de las enfermedades autoinmunes de las últimas décadas está directamente relacionado con una degradación de nuestra microbiota, y al mismo tiempo, con una mala maduración de nuestro sistema inmunitario.
Pero lo mejor está por llegar. Estos últimos años, varios equipos de investigadores han descubierto que las bacterias de nuestro sistema digestivo son capaces de enviar mensajes al cerebro. Mensajes susceptibles de influir en mecanismos psicológicos muy variados e implicados en varios trastornos mentales como la ansiedad crónica, la depresión o los trastornos del estado de ánimo. Se han evidenciado tres modos de comunicación:
Los neurotransmisores son compuestos químicos liberados habitualmente por las neuronas, y capaces de actuar sobre otras neuronas. Resulta que las bacterias intestinales y ciertos probióticos son capaces de secretar los mismos neurotransmisores y de transmitirlos hasta el cerebro a través del nervio vago (se habla de eje microbioma-intestino-cerebro) (1).
Varias cepas de Lactobacilli y Bifidobacteria secretan por ejemplo GABA (2), un neurotransmisor inhibidor cuya producción está considerablemente ralentizada en caso de depresión y de ansiedad (3). Otras especies bacterianas también fabrican acetilcolina (un neurotransmisor implicado en la memoria, la concentración y el estado de ánimo) (4) y serotonina (un metabolito del triptófano implicado en la modulación del estado de ánimo) (5).
Así pues, unos trabajos han mostrado que la utilización de probióticos aumenta los niveles de ciertos neurotransmisores en el córtex frontal, reduciendo de esta manera los síntomas de la depresión (6).
Un estudio preliminar (7) publicado en diciembre de 2018 ha mostrado que la administración de probióticos durante 6 meses ha permitido mejorar el estado de personas que padecen trastornos bipolares. Este efecto beneficioso ha sido reforzado en las personas con niveles de inflamación más elevados. A los investigadores no les ha sorprendido: trabajos precedentes han mostrado que los probióticos actúan contra la inflamación limitando la expansión de las bacterias patógenas en el intestino delgado, reforzando la barrera intestinal, reduciendo la translocación bacteriana (8) y disminuyendo el número de citoquinas inflamatorias y de sustancias tóxicas que circulan en el organismo.
Ahora bien, es bien conocido que la neuroinflamación está muy estrechamente relacionada con los trastornos del estado de ánimo (9-11).
El estudio es del 21 de febrero de 2019 (12). Éste ha mostrado que las bacterias intestinales son capaces de controlar nuestros genes mediante un mensajero utilizado también por nuestras células: el óxido nítrico (NO).
Los investigadores que han hecho este fantástico descubrimiento han perseguido a las moléculas de NO secretadas por la flora intestinal de un organismo animal y se han dado cuenta de que éstas cambian completamente la manera de regular la expresión de los genes del animal. Han notado que cuanto más NO producen las bacterias, más se degrada la salud del anfitrión.
Para restablecer el equilibrio, hace falta por tanto que el animal favorezca a las bacterias que no secretan naturalmente mucho NO. Ya sea modificando su alimentación y eligiendo alimentos específicos que alimenten a las buenas bacterias, como las fibras en el ser humano, ya sea ingiriendo directamente bacterias, a través de complementos probióticos, por ejemplo.
Desde hace varios años, los descubrimientos sobre la flora intestinal se suceden a un ritmo vertiginoso. Pero parece que nos esperan todavía más sorpresas, dado lo complejas que parecen las interacciones entre nuestras células y las bacterias simbióticas. ¿Cuál será la próxima vía de comunicación descubierta por la comunidad? ¿Se podrá un día medir precisamente el impacto de nuestra flora intestinal en nuestra salud y nuestro comportamiento? Mientras tanto, las fórmulas probióticas están teniendo un auténtico éxito. En un momento en que los tratamientos médicos contra el estrés y la depresión son objeto de polémica, éstas representan una alternativa inesperada…
Bibliografía
Más información sobre los probióticos y los trastornos del estado de ánimo:
Cepeda, M. S., Katz, E. G., & Blacketer, C. (2017). Microbiome-Gut-Brain Axis: Probiotics and Their Association With Depression. The Journal of Neuropsychiatry and Clinical Neurosciences, 29(1), 39–44. doi:10.1176/appi.neuropsych.15120410
França, K., & Lotti, T. (2017). The gut-brain connection and the use of probiotics for the treatment of depression, anxiety and obsessive-compulsive disorders in dermatology. Dermatologic Therapy, 30(5), e12506. doi:10.1111/dth.12506
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