Los productores lácteos nos repiten sin parar que la industrialización de la ganadería no cambia la calidad de los productos lácteos. Sin embargo, un estudio científico acaba de echar por tierra esta afirmación al demostrar que la leche producida por vacas alimentadas exclusivamente de hierba ecológica (pasto, heno y hierba conservada por vía húmeda) era muy superior a la leche de las vacas alimentadas de manera convencional.
Los autores han analizado más de 1.160 muestras de leche (1) y han llegado a la conclusión de que las vacas alimentadas con soja y maíz (es decir más del 90 % de las vacas criadas en los países occidentales) producían una leche de calidad nutricional muy inferior a la leche tradicional. Como media, esta última era un 147 % más rica en omega 3 (50 mg frente a 20 mg por 100 ml de leche) y contenía un 52 % de omega 6 menos en relación a una leche de origen “intensiva”.
Los investigadores han evaluado la relación omega 6/omega 3 a 1/1 para la leche de vaca alimentada con hierba ecológica frente a 6/1 para la leche de vaca alimentada generosamente con maíz y soja, la misma vaca que no ve jamás el color de un campo o de una margarita.
Esta diferencia de contenido de omega 3 y de omega 6 es mucho más importante de lo que parece. Los omega 3 tienen efectos favorables en la composición de las membranas celulares, así como en numerosos procesos bioquímicos del organismo. Cuanto más se consume, más se reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de trastornos metabólicos . Desgraciadamente, la aplicación de técnicas intensivas de agricultura y de ganadería ha llevado a una reducción drástica del contenido de omega 3 de numerosos alimentos como las verduras con hojas, los huevos, la carne, la leche e incluso el pescado (2).
Al contrario, ésta aplicación de técnicas intensivas lleva a un aumento espectacular de omega 6: hoy en día se consume de 10 a 15 veces más que omega 3, cuando normalmente habría que consumir cantidades iguales. Este exceso de omega 6 acapara todas las enzimas necesarias para la utilización de los omega 3, ya insuficientes. El organismo no logra entonces explotar su potencial y esto se traduce en un estado fisiológico propicio a las enfermedades cardiovasculares e inflamatorias (3). Unas patologías que experimentan un avance alarmante desde hace varias décadas …
Ésta es la razón por la que los autores del estudio recomiendan una vuelta a una alimentación que proporcione una relación adecuada de omega 6 y omega 3 (de 1/1 a 4/1) . Se mencionan 4 trucos para lograrlo:
Con la disminución de los omega 3 en la alimentación moderna, los complementos se hacen casi imprescindibles. A condición de favorecer las formas de origen natural:
Consumir ácidos grasos omega 3, es importante, pero también hay que estar pendiente de no consumir demasiado omega 6: esto reduciría la capacidad del organismo para utilizarlos. Así pues, hay que favorecer los alimentos que tengan una relación omega 6/omega 3 cerca de 1. Por tanto, prefiera una leche ecológica producida por una vaca alimentada en pastos y consuma aceite de colza (2/1), aceite de lino (0,25/1), aceite de chía (0,79/1) o aceite de nuez (4,4/1) mejor que aceite de girasol (600/1), aceite de maíz (9,3/1) o aceite de pepita de uva (230/1). Asimismo, reduzca sus fuentes de grasas animales, su consumo de yema de huevo y todo el conjunto de alimentos industriales (como los platos preparados, las salsas, las vinagretas, etc.) que son fuentes importantes de omega 6.
El ácido alfa linolénico es un ácido graso omega 3 de origen vegetal que el organismo es capaz de trasformar en EPA y en DHA, los omega 3 que se encuentran en abundancia en el pescado graso. Como el índice de conversión es muy débil, no se puede contar únicamente con estos aportes para tener niveles suficientes de EPA y DHA, no obstante, éstos pueden aportar su granito de arena. He aquí las fuentes más ricas de éste:
Que la leche de vaca sea mejor con una alimentación natural, parece evidente. Pero esto desafortunadamente no ha saltado a la vista de los criadores durante las décadas precedentes. Empujados a intensificar su productividad de leche, han ido reemplazando progresivamente la hierba por maíz fermentado, una ración más económica que permite mantener las vacas en explotación intensiva, confinadas en naves superpobladas, lejos de los prados. Para compensar su alto contenido en glúcidos, le han añadido soja, un vegetal hiperproteínico barato cuyas variedades transgénicas tienden a imponerse por todo el planeta.
Con esta combinación, la productividad sin duda ha aumentado, pero al precio que usted conoce: la calidad nutricional de la leche ha disminuido, y el problema también se plantea para los huevos y la carne, ya que padecen las mismas aberraciones en materia de nutrición de los animales. Además, los criadores a partir de ahora son dependientes de las importaciones de soja transgénica (OGM – organismo genéticamente modificado), generalmente cultivada en Brasil y de los herbicidas para lograr cultivar correctamente el maíz, una planta anual bastante frágil. Pierden progresivamente el saber tradicional que antiguamente permitía criar vacas sin recurrir a estos artificios. Un círculo vicioso que afecta también al medio ambiente: las vacas alimentadas con maíz producen mucho más metano (un gas de efecto invernadero implicado en el calentamiento climático) y llevan a una saturación de pesticidas en la tierra.
Los autores del estudio esperan vivamente que la demanda creciente de los consumidores de productos ecológicos logre convencer a los productores de que conviertan su ganadería a sistemas de pastos. Antes de que sea demasiado tarde …
Puntos esenciales del artículo
Estudio principal del artículo
Charles M. Benbrook, Donald R. Davis, Bradley J. Heins, Maged A. Latif, Carlo Leifert, Logan Peterman, Gillian Butler, Ole Faergeman, Silvia Abel-Caines, Marcin Baranski. Enhancing the fatty acid profile of milk through forage-based rations, with nutrition modeling of diet outcomes. Food Science & Nutrition, 2018; DOI: 10.1002/fsn3.610
Referencias:Una forma superior y más biodisponible de omega 3, de efectos amplificados
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