Aliviar de forma duradera los dolores de la artrosis

Mejorar la tolerancia oral al colágeno de tipo II para limitar las reacciones autoinmunitarias durante los accesos artrósicos es una de los caminos que se contemplan seriamente para aliviar de forma duradera los dolores artrósicos, además de las profundas modificaciones de la alimentación.

El cartílago articular es un tejido conjuntivo que no contiene ni vasos ni terminaciones nerviosas. Se trata de un tejido en perpetua renovación gracias a la acción de los condrocitos que construyen y destruyen la matriz de forma permanente.
Esta matriz extracelular alberga proteoglucanos que poseen un tronco proteico sobre el que se injertan los glucoaminoglucanos (ácido hialurónico, sulfato de condroitina, sulfato de dermanato, sulfato de keratano) y sobre todo una red muy apretada de fibras de colágeno esencialmente de tipo II.

El colágeno de tipo II, una molécula de triple hélice, es la principal proteína estructural del cartílago, responsable de su aguante a la tracción y su resistencia. El colágeno garantiza la integridad de los cartílagos y permite el funcionamiento óptimo de todas las articulaciones requeridas a diario.
A partir de los 25 años, o con la práctica intensiva de una actividad física, su síntesis disminuye, y el estrés, el alcohol, el tabaco y la contaminación refuerzan este debilitamiento. De este modo, a los 60 años el organismo ha perdido en torno a un tercio de su colágeno y su síntesis por los condrocitos se vuelve muy lenta.

Aparecen lesiones artrósicas importantes que deterioran la flexibilidad y la movilidad de las articulaciones. Estas lesiones son la consecuencia de un desequilibrio entre los mecanismos de la condroformación (formación del cartílago) y los de la condrolisis (degradación del cartílago). El sistema inmunitario ataca a sus propios constituyentes y en particular, al colágeno de tipo II, al que considera entonces un invasor extranjero. Se producen anticuerpos que se envían a las articulaciones para atacar y destruir dicho colágeno.

Para evitarlo, es primordial revisar en primer lugar el bolo alimentario, eligiendo alimentos protectores de los cartílagos:

- Enriquiciendo la alimentación en ácidos grasos de cadenas largas omega-3 (pescados grasos, marisco, crustáceos) de propiedades antiinflamatorias reconocidas.
- Cocinando con aceite de oliva e incorporando aceite de colza a los aliños.
- Eligiendo determinadas especias y hierbas aromáticas a diario.
- Consumiendo al menos tres piezas de fruta y tres porciones de verduras al día.
- Aumentando el consumo de alimentos ricos en vitamina C, ya que tiene un papel protector frente a las dos enzimas que catalizan la síntesis del colágeno y está asimismo implicada en la síntesis del colágeno de reparación de los tejidos dañados.

Por su parte, el colágeno no lo aporta la alimentación, por lo que es necesario, tras tal reequilibración alimentaria, recurrir a la toma a largo plazo de un complemento de colágeno de tipo II, en general en dosis bajas, para reducir la inflamación y la sensibilidad de las articulaciones y, sobre todo, mejorar la tolerancia oral a dichos colágeno y disminuir las reacciones autoinmunitarias.

Sin embargo, no todas las formas de colágeno son válidas y solo las formas nativas son eficaces para aumentar esta tolerancia oral, ya que no están desnaturalizadas ni hidrolizadas. Estas formas no desnaturalizadas, procedentes del cartílago del esternón del pollo y obtenidas por un procedimiento de fabricación patentado, a baja temperatura, se reconocen como principios nuevos (Novel Food) y por tanto, son totalmente seguros, eficaces y sobre todo, están respaldados por estudios clínicos.

La toma por vía oral del colágeno de tipo II puede conjugarse perfectamente con la de sulfato de condroitina y de glucosamina para potenciar su efecto, ya que el organismo utiliza estas dos últimas sustancias para atraer el agua y sintetizar los proteoglucanos y los glucosaminoglucanos en la matriz del cartílago. Diversos nutrientes esenciales para la biosíntesis del cartílago pueden tomarse también de manera simultánea o mediante tratamientos alternados, como el silicio, la N-acetil glucosamina, el ácido hialurónico o la vitamina C.