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17-10-2018

Probióticos: los descubrimientos más recientes anuncian una auténtica revolución intestinal

Probioticos Para encontrar ecosistemas todavía inexplorados, no es necesario irse a estudiar los fondos marinos abisales o la tierra de los planetas terrestres. Lo desconocido se esconde en el centro de nuestros intestinos : más de 100.000 millones de bacterias se desarrollan plenamente en éstos, con un peso total mayor que el de nuestro cerebro . Ningún investigador habría imaginado, hace algunas décadas, un universo tan rico. Estamos todavía lejos de comprender el funcionamiento de este órgano “extraño”, en el que los genes son 25 veces más numerosos que los nuestros, pero descubrimos, cada día, una nueva implicación de éste en nuestra salud. Unas implicaciones sorprendentes que han revolucionado nuestra manera de comprender ciertas enfermedades actualmente en plena expansión como el asma, la depresión, la obesidad, las alergias, l autismo y las enfermedades autoinmunes.

Nosotros somos un ser híbrido “humano-microbios”

¿Cómo explicar que unas bacterias que viven en el intestino pueden provocar disfunciones que tienen efectos en el conjunto del cuerpo humano? La comunidad científica a partir de ahora está segura de ello: el ser humano y su microbiota viven en simbiosis . A lo largo de las generaciones, éstos han evolucionado de manera muy estrecha hasta el punto de formar hoy en día un ser híbrido humano-microbios en el que cada una de las partes es indispensable para la otra. El hombre ingiere una cantidad de alimentos que no puede digerir pero que sirven para alimentar a miles de millones de microbios en su tubo digestivo. A cambio, estos microorganismos beneficiosos mejoran su esperanza de vida, aumentando el nivel de absorción de los micronutrientes importantes, adaptando su estrés o equilibrando su tejido adiposo. Éstos ayudan a la persona a vivir más tiempo y al hacer esto, se aseguran su propia supervivencia. Cuanto más útil y eficaz sea la microbiota de las personas, más probabilidad de sobrevivir tendrán – y por tanto de reproducirse – y más podrán transmitir los mismos grupos de bacterias a sus descendientes. Así pues, durante el parto, la flora intestinal de la madre se transmite íntegramente al recién nacido. Es una mezcla única y valiosa que le garantiza una salud óptima para comenzar su nueva vida al aire libre.


Factores que afectan a la microbiota


Con el tiempo, el ser humano ha delegado cada vez más funciones a este órgano fuera de lo común. Nuestra microbiota se ha encargado de una parte de la maduración de nuestro sistema inmunitario: al enseñarle a reaccionar adecuadamente ante bacterias beneficiosas o patógenas, la microbiota contribuye a un mejor equilibrio del sistema inmunitario y a un funcionamiento óptimo de nuestros sistemas de defensa. Ésta también se ocupa de adaptar los niveles inflamatorios del sistema nervioso al comunicarse permanentemente con el cerebro. Nosotros hemos depositado nuestra confianza en ella sin realmente conocerla y ya no nos podemos pasar sin ella. Hoy en día, esto es un auténtico problema, ya que hemos adoptado nuevos modos de vida que ya no permiten satisfacer sus necesidades. Al realizar profundos cambios en nuestra alimentación, de alguna manera nosotros hemos roto el contrato que nos unía a nuestra microbiota. Ésta ya no encuentra combustible interesante en los alimentos que ingerimos, lo que hace que progresivamente se vaya de nuestros intestinos. ¡Y lo que es peor, nosotros le ponemos palos en las ruedas al ingerir alimentos improbables cuyos elementos no digeridos alimentan bacterias patógenas competidoras! Por tanto, no es de sorprender que todo el organismo esté tocado del ala. La microbiota sufre y la persona se ve afectada por ello : ésta se hace más sensible, menos estable y más enferma.

Estos 100.000 millones de amigos íntimos que estamos a punto de perder

La evolución de nuestra alimentación fragiliza la supervivencia de los 100.000 millones de amigos con los que hemos ido de la mano durante milenios. Sin embargo, estos amigos son únicos: no hay dos microbiotas idénticas en el mundo entero. En el nacimiento, cada uno de nosotros tenemos una combinación que depende a la vez de nuestros genes y de las cepas que nuestra madre nos ha transmitido, pero ésta cambia con el tiempo, en función de factores medioambientales como nuestro nivel de actividad física o nuestra alimentación. Dicho de otra manera, la composición de nuestra microbiota nunca está garantizada: hay que mantenerla porque puede degradarse en cualquier momento. Cuando ésta se degrada, se constata un descenso de la diversidad de los microbios beneficiosos, pero también la presencia de bacterias que no se encuentran en una microbiota sana. Gracias a la secuenciación del ADN, los investigadores han evidenciado este tipo de bacterias en las vías digestivas de las personas que tienen diabetes, o que padecen obesidad o cirrosis. La mayoría de ellas probablemente juegan un papel en el aumento de peso y en los procesos de inflamación encontrados en muchísimas enfermedades.

"Las enfermedades autoinmunes y las alergias están relacionadas con los trastornos intestinales “autor de”Ecosystème intestinal et santé optimale" (Ecosistema intestinal y salud óptima) . Georges Mouton

¿Qué pasaría si los microorganismos beneficiosos abandonaran definitivamente nuestros intestinos? Los investigadores han mostrado recientemente que, sin estos amigos, un mamífero no llegaría muy lejos. Unos experimentos realizados con roedores criados “en una burbuja” que no habían estado nunca en contacto ni con el más mínimo microbio (es decir sin microbiota) lo han evidenciado claramente. Para estos roedores, nada es fácil: la ausencia de bacterias les hace muy vulnerables a los gérmenes patógenos, y rápidamente, se encuentran debilitados por las enfermedades, las alergias y el estrés. Los roedores, al igual que los seres humanos, han evolucionado en simbiosis con un grupo de bacterias beneficiosas respondiendo a las necesidades de éstas y adaptándose a su alimentación específica. Por tanto, estas experiencias son fácilmente extrapolables al ser humano. Sin microbiota intestinal, no podríamos esperar vivir con buena salud, e incluso probablemente, esperar vivir, punto. Afortunadamente, no nos encontramos en esa situación. Por ahora, nuestra microbiota sigue viva, pero su composición cambia y la calidad de las cepas que la componen se degrada a un ritmo cada vez más rápido. Las consecuencias ya son perceptibles y todo indica que esto sólo es el comienzo:


  • La cantidad y la diversidad de las enfermedades autoinmunes (diabetes tipo 1, esclerosis múltiple, poliartritis reumatoide, lupus, síndrome de Reynaud…) se dispara. Estas patologías poco conocidas resultan de una disfunción del sistema inmunitario que le lleva a atacar a los elementos constituyentes normales del organismo. Su número no ha dejado de aumentar desde los años 1970: hoy en día hay inventariadas cerca de 80.
  • La inflamación crónica, casi sistemática en caso de enfermedad autoinmune, se generaliza a toda velocidad. Ésta, a menudo asintomática al principio, tiene tendencia a hacerse crónica cuando se manifiestan los síntomas. De manera lenta pero segura, ésta favorece modificaciones locales de la organización celular y tisular y provoca la aparición de patologías muy diversas (cardiovasculares, neurodegenerativas, autoinmunes…).
  • La prevalenciade las alergias ha aumentado considerablemente en los últimos 30 años. Éstas corresponden a un desarreglo del sistema inmunitario relacionado con una pérdida de la tolerancia frente a sustancias a priori inofensivas: los alérgenos. Las alergias pueden tener manifestaciones cutáneas (urticaria, dermatitis), respiratorias (rinitis, asma) o generalizadas (anafilaxia): se calcula actualmente que el 30 % de la población está afectada por una enfermedad alérgica. Lo nunca visto.
  • Las enfermedades que afectan al sistema cognitivo como la depresión, la esquizofrenia o las enfermedades neurodegenerativas están también en plena expansión y tienen una relación directa con la microbiota.

La degradación de nuestra microbiota se manifiesta por la sustitución de ciertas cepas beneficiosas por patógenos, pero también por el descenso espectacular de la diversidad de los microorganismos . Todavía hace algunos años, pensábamos que había que evitar al máximo que los bebés estuvieran en contacto con los microbios. Es una época, que no es una cosa del pasado totalmente, en la que se disparó el número de cesáreas, de tratamientos antibióticos intensivos y de medidas de higiene drásticas. Hoy en día, sabemos que fue un error dramático: las microbiotas de los lactantes han tardado en diversificarse y actualmente, los adultos tienen un sistema inmunitario defectuoso que fomenta el desarrollo de innumerables patologías. Los investigadores han mostrado científicamente que los mamíferos criados en un medio estéril desarrollan alergias más severas que sus homólogos criados normalmente, lo que coincide con una vieja observación según la cual los niños que viven en una granja (y que hoy en día son cada vez menos numerosos) sufren muchas menos alergias que los niños que viven en la ciudad.


Flora intestinal


¿Cómo explicar esta paradoja? Es durante los primeros años de la vida cuando los microbios enseñan al sistema inmunitario a controlarse. Le enseñan muy sutilmente cómo reconocer a los intrusos, cómo reaccionar adecuadamente, cómo tolerar a una parte de éstos y combatir a los otros. Al lado de éstos, el sistema inmunitario también aprende a graduar sus reacciones, a mostrarse menos impulsivo o más franco cuando la situación lo exige. Es un auténtico entrenamiento al final del cual el organismo sabrá equilibrar sus respuestas inmunitarias de la mejor manera. Cuanto más numerosas son las bacterias y más diversificadas están, más elevado es el nivel de entrenamiento. En nuestras sociedades modernas, este nivel es cada vez más bajo, y los sistemas inmunitarios no logran jamás un nivel suficiente de madurez .

Cuando alimentamos mal a nuestras bacterias

Los propietarios de animales de compañía se preocupan cada vez más de la composición de los alimentos secos que dan a sus fieles cómplices. ¿Están éstos realmente adaptados a sus necesidades? ¿Cuál es la parte de cereales en la composición total? ¿Corresponde la cantidad de micronutrientes a lo que ellos comerían en la naturaleza? Estas preguntas son legítimas, sobre todo cuando descubrimos la deriva de la industria agroalimentaria para uso humano, pero éstas nos hacen sonreír: la mayoría del tiempo, estas personas no se preocupan en absoluto de la alimentación ideal de los organismos que están todavía más cerca de ellas, ya que viven en sus intestinos.

Sin embargo, al igual que nuestros compañeros de cuatro patas, los microbios simbióticos tienen preferencias alimenticias. La gran mayoría de éstos disfrutan con fibras alimenticias, estas largas cadenas de polisacáridos que se encuentran en abundancia en las frutas, las verduras frescas y los cereales integrales. Cada especie dispone de sus propias enzimas para degradar, fermentar y utilizar la energía contenida en estas fibras indigeribles para el organismo humano. Si usted tiene una buena microbiota, estas fibras son reducidas a trozos cada vez más pequeños, del intestino delgado hasta el colon, antes de desaparecer completamente al final de la cadena. Quite estas fibras de su alimentación, y estas bacterias abandonarán poco a poco su entorno intestinal para gran desconcierto suyo. Inclúyalas masivamente en sus comidas (pero de manera muy progresiva), y, al contrario, usted aumentará la diversidad de estas bacterias beneficiosas.


Microbiota y fibras” title=


Desafortunadamente, las sociedades modernas conducen más a la supresión de las fibras de la alimentación humana que a la inversa. El derrumbamiento de las tradiciones culinarias, la industrialización de la alimentación, el refinado de los cereales, la deserción de los productos vegetales frescos: todo contribuye a una rarefacción de las fibras y a unaamenaza seria de la microbiota. Y nosotros incluso añadimos una capa al favorecer otros microorganismos competidores que son patógenos.

Nuestras nuevas malas compañías: las bacterias y los hongos patógenos

La exposición frecuente de nuestro organismo a antibióticos, ya sea por tratamientos medicamentosos regulares, o indirectamente por el consumo de animales de cría, perturba gravemente la microbiota. Por definición, estos medicamentos obstaculizan el funcionamiento de las bacterias: por tanto, a medio plazo, éstos llevan, de manera duradera, es decir definitiva, a la erradicación de las bacterias que habitan en nuestro tubo digestivo. Por supuesto, al final de un tratamiento, unas bacterias vuelven a habitar las tierras abandonadas, pero no todas las bacterias beneficiosas encuentran su lugar…

Otros factores medioambientales favorecen a patógenos competidores. Aparte de los atletas y las personas mayores, la mayoría de las personas occidentales consumen demasiadas proteínas (en Europa, aproximadamente 1,7 veces más de lo recomendado), consecuencia de un acceso casi ilimitado a los productos de origen animal. Ahora bien, una parte de estas bacterias excesivas no son digeridas ni asimiladas por el organismo: por tanto, éstas están todavía intactas cuando llegan al colon al contacto con la microbiota. Una parte de las bacterias intestinales logra degradarlas, pero este consumo provoca la producción de dos productos tóxicos para las células de la mucosa intestinal: el sulfuro de hidrógeno y el p-cresol (para-cresol). Los dos compuestos pueden pasar a la circulación sanguínea y favorecer la inflamación en muchos órganos como el riñón o el hígado. Al consumir proteínas en exceso, favorecemos a las bacterias que están ávidas de esto y clavamos un puñal en la espalda de nuestras aliadas de siempre, las bacterias beneficiosas. Se produce el mismo fenómeno en otra parte cuando consumimos cantidades de azúcares refinados totalmente inadecuadas , es decir, prácticamente todos los días. Esta alteración es dramática, ya que las madres transmiten seguidamente su microbiota a sus hijos: por tanto, la calidad de la microbiota se degrada de generación en generación (20).

¿Cómo acabar con estas compañías poco recomendables que contribuyen a la inflamación crónica y al desarrollo de enfermedades? Como pasa a menudo en la alimentación, eso no es fácil: se crean círculos viciosos astutamente, sin previo aviso. ¡Así, unos investigadores han descubierto que nuestro olfato posiblemente está influido por el tipo de microorganismos que habitan nuestro tubo digestivo! En otras palabras, nuestras preferencias alimenticias o nuestras ganas culinarias podrían estar en parte dictadas por los miles de millones de bacterias que se alimentan de los restos de la comida. Si usted tiene una flora intestinal de mala calidad, que por ejemplo se ha adaptado a una alimentación demasiado rica en proteínas animales, entonces usted estaría más fácilmente dispuesto(a) a optar por un menú rico en carne simplemente porque su microbiota le invita a ello. Estos fascinantes trabajos abren nuevas perspectivas para comprender mejor los trastornos del comportamiento alimentario…

El fantástico poder de las fibras

La falta de madurez de nuestros sistemas inmunitarios no podrá corregirse. Pero todavía hay tiempo para procurar preservar o reconstituir una microbiota que sea lo más sana posible. Hay dos grandes soluciones. La primera ya la hemos mencionado, consiste enaumentar progresivamente la cantidad de fibra alimenticia (que también se denominan prebióticos), disminuyendo a la vez las fuentes de proteínas animales y de azúcares refinados. Al hacer esto, favorecemos el desarrollo de las bacterias sanas y matamos de hambre a las que son patógenas. Es relativamente fácil encontrar alimentos ricos en fibra, ya que se encuentra en prácticamente todas las leguminosas, así como en la casi totalidad de las frutas y verduras frescas. No obstante, las personas que tengan dificultades para consumir más de diez frutas y verduras al día (por ejemplo, debido a limitaciones de tiempo) pueden recurrir a prebióticos de origen natural como los fructooligosacáridos, preparados a partir de simples remolachas y suficientemente concentrados para alimentar a millones de bacterias beneficiosas.

Dicha estrategia permite facilitar la recolonización del intestino por bacterias beneficiosas, especialmente las que liberan ácidos grasos de cadena corta (butirato y propionato) . Estos compuestos, relativamente poco conocidos, tienen un impacto excepcional en la salud. Explican una gran parte de las propiedades beneficiosas atribuidas a la microbiota. Presentamos una lista de sus efectos en la salud – usted lo comprenderá mejor –:


  • El butirato actúa en la permeabilidad de la mucosa intestinal . Refuerza la adhesión y la solidez de las uniones entre las células de la pared al aumentar la expresión de varias proteínas de estructura. De hecho, éste disminuye el paso de las bacterias y de ciertos compuestos (los lipopolisacáridos y los antígenos tóxicos que se encuentran masivamente en la alimentación industrial) a través de la pared, responsables de la inflamación crónica.
  • El propionato y el butirato reducen la fabricación de lípidos por los hepatocitos del hígado e impiden que las células de Kupffer produzcan citocinas proinflamatorias.
  • Los ácidos grasos de cadena corta facilitan la saciedad y aumentan la sensibilidad a la insulina de las células (lo que puede mejorar la evolución de la diabetes ).
  • El propionato y el butirato interfieren con las células inmunitarias para disminuir la intensidad y la incidencia de las enfermedades inflamatorias .

A la vista de estas propiedades excepcionales, podríamos preguntarnos por qué no consumir directamente los ácidos grasos de cadena corta. En realidad, sólo se encuentran en pequeñas cantidades en alimentos que no son necesariamente recomendables a largo plazo, como la mantequilla o el queso. Así que más vale contar con una flora intestinal estable, capaz de producir estos compuestos de manera continua, a dos pasos de sus zonas de actuación.

Lo que hay que recordar: un consumo diario de fibra, entre 60 y 80 gramos, permite en unos meses solamente aumentar considerablemente la diversidad de la microbiota y enriquecerla con bacterias capaces de liberar propionato y butirato.

Los probióticos: una medicina de mañana ya disponible

La segunda solución se basa en trabajos innovadores que han puesto de relieve el inmenso poder terapéutico de los probióticos. Los probióticos son microorganismos, a menudo bacterias, que proceden de ciertos alimentos como los yogures de leche o el kéfir y que actúan favorablemente en la microbiota intestinal. Sus efectos son transitorios: éstos no se implantan realmente como las bacterias comensales de la microbiota humana, pero favorecen la vuelta de éstas y persiguen a los intrusos.

Sin embargo, ¡la idea de que las bacterias de ciertos alimentos contribuyen a nuestra salud no es nueva! En 1908, el sabio Ilya Metchnikov ya afirmaba que la asombrosa longevidad de los búlgaros se debía a su gran consumo de yogures. Por otra parte, a principios de siglo, este tipo de productos se vendía exclusivamente en farmacias…Desde entonces, la investigación ha hecho progresos considerables gracias a los miles de estudios realizados sobre los probióticos y la microbiota intestinal. Hoy en día sabemos que el cerebro se comunica permanentemente con la microbiota, y que este diálogo es bilateral: el cerebro envía mensajes a los microorganismos simbióticos, pero lo contrario también es verdad, y estos mensajes tienen un impacto en mecanismos fisiológicos y psicológicos muy variados (ansiedad, depresión, trastornos del estado de ánimo, respuestas emocionales…). ¿Cómo pueden actuar los probióticos para mejorar estos intercambios surrealistas? Hay 3 mecanismos distintos:


  • En los niños pequeños, los probióticos favorecen una sana maduración del sistema inmunitario del niño, en contra de las reacciones alérgicas.
  • En el adulto, los probióticos favorecen la expansión de ciertas bacterias beneficiosas que sintetizan el butirato, un ácido graso conocido con propiedades excepcionales.
  • Éstos también reducen, mediante la competencia por los recursos, las poblaciones de ciertas bacterias patógenas, especialmente aquellas de las que se sospecha que están implicadas en el desarrollo de patologías inflamatorias e intestinales (como Bilophila wadsworthia).

Los últimos descubrimientos mencionan implicaciones de la microbiota para la salud absolutamente asombrosas.

1) La neuroinflamación

La ingesta de ciertos probióticos como Lactobacillus farcimins, una bacteria láctica, posiblemente permite limitar la permeabilidad de la barrera intestinal, reduciendo el paso a la circulación sanguínea de compuestos proinflamatorios. Ahora bien, a estos últimos se les acusa de provocar una neuroinflamación en el cerebro, que acentúa los efectos negativos del estrés y aumenta considerablemente el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. ¡Esta neuroinflamación posiblemente está incluso directamente relacionada con el deterioro cognitivo!

Un estudio muy reciente, publicado en septiembre de 2019 en la revista Frontiers in Immunology, ha mostrado que la neuroinflamación relacionada con el envejecimiento y con la alimentación provoca la liberación de sustancias químicas conocidas por detener la función cognitiva - Ahora bien, resulta que el butirato, uno de los ácidos grasos de cadena corta fabricados por las “buenas” bacterias, puede impedir la liberación de estas sustancias nocivas. ¡Y uno de los medios más eficaces de disfrutar de los efectos del butirato es consumir más fibra!

Lo que usted come es importante. Sabemos que las personas mayores consumen un 40 % menos de fibra de lo recomendado. No ingerir suficiente fibra puede tener consecuencias negativas para cosas que ni siquiera puede imaginarse, como la salud del cerebro y la inflamación en general. ” Jeff Woods, profesor de kinesiología y coautor del estudio.

2) Los problemas dermatológicos

Sabemos desde hace varios años que el paso de compuestos proinflamatorios a la circulación sanguínea está relacionado con la inflamación de la piel, pero se ha presentado un fenómeno completamente diferente para explicar las consecuencias desastrosas de tener una microbiota mala en el ámbito dermatológico. Los probióticos y las bacterias beneficiosas adaptan el sistema inmunitario activando varios tipos de células, como las células dendríticas, los linfocitos T y las células NK (del inglés “Natural Killers” – asesinas naturales). Ahora bien, estas células, que son anormalmente reducidas en los animales desprovistos de flora intestinal, contribuyen a un aumento de la producción de interleucina 10 (IL10) (9-10), une citocina con un gran poder antiinflamatorio secretada por el organismo como reacción a varios estados patológicos como el eczema o la dermatitis. Los investigadores tienen dudas sobre la relación entre microbiota y trastornos de la piel desde que han observado que los trastornos del tránsito intestinal y las patologías intestinales como la enfermedad de Crohn o el síndrome de intestino irritable van muy a menudo acompañados de manifestaciones dermatológicas.

Sobre la base de estos trabajos muy recientes han aparecido nuevos probióticos estos últimos meses. Entre estos últimos, hay que contar con Derma Relief , una fórmula que contiene 4 capas de probióticos seleccionados por su interés para la piel (Lactobacillus casei, Lactobacillus rhamnosus, Lactobacillus plantarum y Bifidobacterium lactis). Estas cepas, usadas para colonizar el intestino, han sido estudiadas por el doctor Meneghin en el marco de un análisis de 37 ensayos clínicos que tratan sobre el interés de los probióticos orales en el ámbito dermatológico: ¡éstas se han mostrado eficaces tanto para la prevención como en el tratamiento!

La revolución intestinal está en marcha

Con la reciente secuenciación del genoma humano y la identificación de los genes de predisposición, ya hemos dado un gran paso hacia la medicina del mañana. Sólo falta comprender integralmente este fascinante universo que es la microbiota y producir bacterias humanas a medida para prevenir y tratar todas las patologías citadas en este artículo. A continuación, el reto será industrializar su producción y reducirlas a polvo, ya que las bacterias son muy sensibles a la oxidación. Una primera etapa ya ha sido franqueada por A-Mansia, una filial biotecnológica fundada por dos universidades, con el desarrollo de un complemento alimenticio a base de Akkermansia, una de las numerosas especies de bacterias que componen nuestra microbiota intestinal. Mientras esperamos el resultado de los primeros ensayos clínicos, habrá que seguir contando con los probióticos de origen alimenticio (al final de este artículo figura una lista de éstos) cuyos efectos beneficiosos siguen siendo más numerosos. Éstos representan las premisas de una medicina que por fin tiene en cuenta el hecho de que la persona y su microbiota son una simbiosis esencial para el mantenimiento de la salud y del bienestar. Una auténtica revolución está a punto de nacer…


Quiénes deberían releer el artículo una segunda vez:


  • las personas que no consumen suficientes frutas y verduras;
  • las personas que comen mucha carne (como mínimo una vez al día como media);
  • las personas que tienen alergias o patologías autoinmunes;
  • las personas víctimas de eczema o de otros problemas de piel;
  • las personas que fuman o que están expuestas a un humo secundario diario;
  • las personas que son a menudo propensas al estrés;
  • las personas que tienen problemas intestinales frecuentes o crónicos;
  • las personas que consumen regularmente productos ultraprocesados;
  • las personas mayores de 50 años y que temen el deterioro cognitivo.

Lista de probióticos


Para los trastornos intestinales : Lactobacillus gasseri

Para los trastornos inflamatorios y las alergias : Probio Forte™(Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei, Lactobacillus plantarum, Lactobacillus lactis)

Para los problemas dermatológicos: Derma Relief (Lactobacillus casei, Lactobacillus rhamnosus, Lactobacillus plantarum, Bifidobacterium lactis)


Puntos del artículo que hay que recordar:


  • Los microorganismos que componen la flora intestinal desempeñan funciones mucho más importantes para la salud de lo que se creía.
  • La diversidad de estos microbios está en caída libre debido a una degradación espectacular de la alimentación.
  • Añadir fibras alimenticias a los menús y recurrir a los probióticos son dos estrategias que dan resultado para restablecer la diversidad y la eficacia de la microbiota.


Referencias

Stephanie M. Matt, Jacob M. Allen, Marcus A. Lawson, Lucy J. Mailing, Jeffrey A. Woods, Rodney W. Johnson. Butyrate and Dietary Soluble Fiber Improve Neuroinflammation Associated With Aging in Mice. Frontiers in Immunology, 2018; 9 DOI: 10.3389/fimmu.2018.01832
Douglas J. Morrison & Tom Preston (2016) Formation of short chain fatty acids by the gut microbiota and their impact on human metabolism, Gut Microbes, 7:3, 189-200, DOI: 10.1080/19490976.2015.1134082
Flint HJ, Duncan SH, Scott KP, Louis P. Links between diet, gut microbiota composition and gut metabolism. Proc Nutr Soc 2015; 74:13-22; PMID:25268552; http:// dx.doi.org/10.1017/S0029665114001463
INRA Science & Impact, Microbiote, la révolution intestinale, 2017 [https://inra-dam-front-resources-cdn.brainsonic.com/ressources/afile/383885-34a7b-resource-dossier-de-presse-microbiote-la-revolution-intestinale.pdf]
Adrián D. Friedrich, Mariela L. Paz et al. Message in a Bottle: Dialog between Intestine and Skin Modulated by Probiotics, Int J Mol Sci. 2017 Jun; 18(6): 1067.
Agusti A. Garcia-Pardo MP et al. Interplay Between the Gut-Brain Axis, Obesity and Cognitive Function, Front Neurosci. 2018; 12: 155. doi: 10.3389/fnins.2018.00155
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