
La mejor estrategia para luchar contra la insuficiencia tiroidea, también denominada hipotiroidismo, afecta especialmente a las mujeres, y la frecuencia de esta patología aumenta con la edad. Se caracteriza por una incapacidad para producir o liberar una cantidad suficiente de hormonas tiroideas T4 (tiroxina o tetrayodotironina) y T3 activa (triyodotironina). Porque aunque la T4 es la más abundante a nivel sanguíneo, es una prohormona, entre tres y diez veces menos activa que la T3.
Un aumento de peso inexplicado, estreñimiento, pusilanimidad incluso en verano, extremidades frías, piel seca, falta de energía, problemas de sueño, cara y ojos hinchados son signos que deben alertar al médico y hacer que éste pida un análisis de sangre que confirme el diagnóstico. Sólo que no es todo tan sencillo, y no es raro oír decir al médico que la tasa de TSH está dentro de los valores normales (0,55 à 4,78 mUI/l) y que no se va a poner ningún tratamiento.
A veces incluso, la forma sintética de T4 que se prescribe, la Levotiroxina (L-T4), más conocida por el nombre de Levotiroxina sódica, no es suficiente para detener los síntomas. En efecto, la conversión de T4 en T3, en el hígado y los riñones, puede resultar insuficiente debido a un déficit en hierro o en selenio, a un hígado perezoso, a un estrés crónico, a una actividad física muy intensa o al uso de la píldora anticonceptiva o a un tratamiento hormonal sustitutivo.
Tasa de TSH… ¿una norma demasiado elevada?
Según el Dr. Rudy Proesmans, un gran especialista en yodo, las tasas óptimas de TSH deberían situarse entre 0,15 y 2 mUI/l. Además, incluso si la tasa de TSH se sitúa dentro de la « norma », es interesante tomar una suplementación específica todos los días para regular las múltiples funciones fisiológicas básicas que controla la tiroides: regulación del peso, de la temperatura corporal, de la energía; equilibrio del humor y de la libido; buen funcionamiento de los músculos, del corazón y de los vasos sanguíneos; solidez de los huesos y de los dientes; belleza de la piel y de las faneras…
La primera clave de la estrategia consiste en una reforma del contenido de los platos:
- Así que hay que aumentar el consumo de yodo contando con los productos del mar (pescado, marisco, crustáceos, algas),
- Asimismo hay que vigilar que no haya un consumo excesivo de alimentos con goitrógenos (limitan la fijación del yodo a nivel de la tiroides): coliflor, brécol, coles de Bruselas, col rizada, soja, manioca, batatas.
- También es útil a veces aumentar las aportaciones de minerales: selenio (nuez de Brasil), zinc (ostras, marisco) y disminuir las proteínas, ya que éstas frenarían la transformación de T4 en T3.
En caso de insuficiencia tiroidea, también se recomienda dormir lo suficiente, ya que la producción de hormonas tiroideas puede disminuir de un 20 a un 40% entre las personas que no duermen lo suficiente.
La segunda clave es el consumo simultáneo de complementos alimenticios específicos, eficaces y seguros, solos o en asociación con la Levotiroxina.
Tres plantas ayurvédicas indispensables
El Coleus forskohlii encierra en su raíz la
forskolina. Esta sustancia tiene la capacidad de estimular la producción natural de AMPc necesaria para la transmisión de información a nivel del eje hipotálamo-hipofisario. Al actuar a este nivel, este extracto de raíz incita a la tiroides a producir más hormonas tiroideas T4 y T3 a través de la TSH (
Thyroid Stimulating Hormone - Hormona estimulante de la tiroides - Tirotropina) producida por la hipófisis. En efecto, la función de la TSH es incitar a la tiroides a producir más hormonas tiroideas si éstas son insuficientes. Así pues es deseable recurrir a 100 o 200 mg al día de Coleus forskohlii a los primeros síntomas o completar el tratamiento con el fármaco si una parte de los síntomas sigue todavía presente.
Además, algunos estudios han demostrado que la utilización de esta planta permite aumentar el metabolismo básico y de esta manera quemar más calorías en reposo aumentando la lipólisis. Efecto no desdeñable cuando se sabe que la insuficiencia tiroidea va muy a menudo acompañada de un aumento importante de kilos.
Le Guggul (Commiphora mukul) , también denominado árbol de mirra mukul, se emplea en gran medida en la medicina india. Las guggulsteronas que contiene estimulan la actividad de la tiroides, aumentan la conversión de T4 en T3 y el metabolismo basal a razón de un mínimo de 35 mg al día, es decir como regla general 1,5 g de extracto de Guggul.
Su consumo diario activa igualmente las enzimas lipolíticas y regula el tamaño y el número de adipocitos, lo que le convierte también en un complemento de elección en caso de aumento de peso concomitante.
Y por último el
extracto de raíz de Ashwagandha (Whithania somnifera) , puede perfectamente completar las acciones de las dos otras plantas para estimular una tiroides que funcione lentamente.
Vitaminas y minerales específicos
Paralelamente al consumo de estas plantas específicas, es sensato recurrir a un complejo múltiple que aporta el conjunto de vitaminas y minerales indispensables para el funcionamiento global de la tiroides. Nutrientes básicos que estimulan la producción de las hormonas tiroideas, que mejoran la sensibilidad de los receptores a las hormonas T3 y T4 y que permiten la transformación y la activación de T4 en T3 activa.
Entre éstos, las vitaminas B6, B9, C, A, D3 y algunos minerales:
- El magnesio que previene la disminución de la actividad de la glándula tiroides después de la realización de esfuerzos deportivos intensos, y entre las personas mayores o sedentarias.
- El zinc que favorece la producción de T3,
- El selenio que facilita la conversión de T4 en T3,
- y sobre todo el yodo.
Una deficiencia en uno de estos elementos puede llevar a una ralentización de la función tiroidea.
Un oligoelemento estrella: el yodo
El yodo entra en la composición de las hormonas tiroideas T4 et T3. Además, la cifra después de la T indica el número de átomos de yodo. El Dr. David Brownstein, uno de los expertos mundiales en la tiroides y el yodo, considera que el 95% de la población es deficitaria en yodo. Así pues, el yodo contribuye a la producción de las hormonas tiroideas.
La manera más eficaz de aportar yodo al organismo es el Lugol, una solución yodo-yodurada desarrollada por Jean Lugol en el siglo XIX, a razón de sesenta gotas al día, es decir 150 µg del elemento yodo. El yodo puede igualmente aportarse a través de las algas, como el fucus y para preservar el yodo celular e impedir su fuga, también se recomienda la toma simultánea de
miricetina, un flavonoide que se encuentra de manera natural en las frutas y las verduras.
Como la alimentación no cubre más que de 50 a 70 µg al día, es indispensable la suplementación en yodo y está libre de toxicidad si no se sobrepasan los 1000 µg al día como lo aconseja la OMS.
El ácido aminado de la tiroides: la L-tirosina
Este ácido aminado es indispensable, junto con el yodo, para la formación de las hormonas tiroideas, T4 y T3. Y aunque el organismo sintetiza la L-tirosina de forma natural a partir de la L-fenilalanina, esta producción se ralentiza y se enrarece con el envejecimiento y se hace indispensable la suplementación a razón de 0,5 a 1 gramo al día, fuera de las comidas, con el estómago vacío, para una mejor biodisponibilidad y de preferencia por la mañana para evitar perturbar el sueño.
El consumo de
Kaempferol, un flavonoide que se encuentra en numerosas plantas, podría asimismo aumentar hasta diez veces la actividad de la enzima que convierte la T4 en T3, de acuerdo con estudios realizados in vitro.