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29-12-2014

La silimarina tiene potentes propiedades hepatoprotectoras

Silymarine La silimarina se extrae de las semillas del cardo mariano, una planta bianual habitual en los terrenos sin cultivar del sur de Europa. La silimarina está compuesta de tres flavonoides: la silicristina, la silidianina y la silibina, siendo esta última, con mucho, la más activa. La silimarina se utiliza en el tratamiento de una gran cantidad de trastornos hepáticos, incluida la cirrosis, la esteatosis alcohólica, las intoxicaciones hepáticas o las hepatitis víricas. Protege a los hepatocitos de las lesiones causadas por las radiaciones, la sobrecara de hierro, las toxinas de los virus causantes de hepatitis víricas o por una isquemia. También podría tener efectos beneficiosos sobre la insulinorresistencia, así como actuar contra el cáncer.
El extracto de cardo mariano se utiliza en la medicina tradicional desde hace más de 2000 años, en especial para el tratamiento de la ictericia.
En Europa se utiliza en la actualidad como protección complementaria en los pacientes que reciben un tratamiento farmacológico del que se sabe que causa problemas hepáticos.
Las propiedades hepatoprotectoras de la silimarina están bien documentadas, aunque sus mecanismos de acción aun no se han explicitado claramente.

Actúa de forma directa sobre los hepatocitos, dificultando la absorción de las toxinas, estimulando su eliminación y favoreciendo la regeneración del tejido hepático. Como el resto de flavonoides, la silimarina tiene potentes propiedades contra los radicales, lo que impide que determinados productos tóxicos causen lesiones al hígado.

Potentes propiedades antioxidantes

La silibina neutraliza con eficacia diferentes radicales libres, incluidos los radicales hidroxilo y peroxilo, así como el ion hipoclorito. Aunque constituye una defensa antibacteriana muy importante, este último es sin embargo extremadamente peligroso y debe «desarmarse» con rapidez.
En presencia de hierro, crea el radical hidroxilo capaz de atacar directamente al ADN (Biochem Pharmacol. 1994 ; 48 : 753-9).
El efecto antioxidante de la silibina se observó en ratas con una intoxicación aguda causada por etanol y paracetamol. Estos dos compuestos causan una peroxidación que tiene como consecuencia una depleción marcada del glutatión en el hígado.
Un tratamiento con silimarina o silibina protege a los animales del estrés oxidativo producido en el hígado por el etanol o el paracetamol (Biochem Pharmacol 1985 ; 34 :12).
La silibina protege los glóbulos rojos y estabiliza sus membranas inhibiendo la peroxidación de los lípidos. La silimarina y la silibina parecen además ejercer su actividad antioxidante no solo neutralizando los radicales libres, sino también influyendo sobre los sistemas enzimáticos asociados al glutatión. Aumentan la actividad de las enzimas superóxido dismutasa, así como la del glutatión peroxidasa en los glóbulos rojos (Acta Physiol Hung, 1992 ; 80 :375-80). La silimarina normaliza la actividad ralentizada de la SOD y la inmunorreactividad alterada en los linfocitos de pacientes afectados de cirrosis alcohólica del hígado.
Otra propiedad interesante de la silibina y la silimarina es que intervienen en la regulación del contenido en glutatión de diferentes órganos. Se mostró así que la silimarina puede aumentar los niveles de glutatión en un 35% en el hígado de las ratas. Este aumento se produce de forma selectiva en el hígado, el intestino y el estómago (Planta Med, 1989;55 :420-2).
Por último, la silibina protege a los tejidos de las lesiones causadas por el hierro. Una sobrecarga de hierro es peligrosa, puesto que cataliza diferentes radicales libres y tiene como consecuencia una peroxidación de los lípidos membranarios. El hígado es el primer sitio en el que el hierro ejerce sus actividades destructoras. Las actividades antioxidantes de la silibina ayudan a proteger frente a la toxicidad del hierro. Además, un determinado número de datos científicos sugieren que la silibina actúa como un quelante del hierro que se une al hierro libre y facilita así su eliminación por la bilis (Gastroenterology, 1999; 109 :1941-9.

Propiedades antiinflamatorias

Al igual que otros flavonoides, la silibina es capaz de inhibir la producción de óxido nítrico que en exceso es muy destructor. Desencadena la inflamación crónica y favorece la generación de más radicales libres.
La silibina puede frenar la formación de prostaglandinas proinflamatorias (PGE-2). No obstante, los datos científicos indican que este mecanismo solo se produce en grandes concentraciones. Por contra, incluso en bajas concentraciones reduce la producción de leucotrienos, unos peligrosos compuestos inflamatorios (Life Sci. 1996 ; 58 : 1951-1600).
La importante capacidad de la silibina de disminuir los niveles de leucotrienos es especialmente interesante desde el punto de vista clínico para el tratamiento de diferentes trastornos alimentarios y, en especial, para prevenir los cálculos biliares y las lesiones de los tejidos hepáticos o renales.

Estimula la regeneración del hígado

La capacidad de la silimarina de estimular la regeneración de los tejidos hepáticos puede explicarse por el hecho de que estimula la síntesis de las proteínas en los hígados dañados. Los ensayos in vivo e in vitro realizados en ratas a las que se les había extirpado una porción de hígado
muestran que la silibina produce un aumento significativo de formación de ribosomas, de la síntesis del ADN como la de las proteínas. De forma sorprendente, la silibina actúa sobre la síntesis de las proteínas solo cuando el hígado ha sufrido lesiones (Arzneimittelforschung, 1973; 23 : 161-7).

Hepatitis causadas por toxinas o medicamentos

En caso de envenenamiento por amanita faloides la tasa de mortalidad oscila en general entre el 22 y el 40% independientemente del tratamiento utilizado, excepto la silimarina. Este porcentaje es todavía mayor cuando se trata de niños. Si no se administra tratamiento, este hongo destruye el hígado. La silimarina disminuye las lesiones hepáticas producidas por un envenenamiento por amanita faloides y reduce de manera importante la tasa de mortalidad (Rational Phytotherapy: A Physicians' Guide to Herbal Medicine. 3rd ed. Berlín, Alemania: Springer-Verlag , 1998:218).

En un estudio retrospectivo realizado en pacientes que padecían una intoxicación por amanita faloides, la gravedad de las lesiones hepáticas estaba estrechamente ligada al tiempo transcurrido entre la ingestión y el tratamiento con silibina. Cuanto menor era este intervalo, menor era la gravedad de las lesiones.
La silibina se inyectó por vía intravenosa en una dosis media de 33 mg/kg/día durante unas 81,6 horas. Los 18 pacientes incluidos en este estudio sobrevivieron, excepto uno que había tomado una dosis muy grande de amanita faloides para suicidarse (Hum Toxicol 1983 ;2 :183-95).
Los estudios en animales sugieren que el extracto de cardo mariano puede tener una acción protectora frente a muchas otras sustancias tóxicas, desde el tolueno hasta medicamentos como el acetaminofeno.

Hepatitis vírica crónica y cirrosis

La silimarina tiene la capacidad de bloquear la fibrosis, un proceso que contribuye a la aparición de la cirrosis en las personas con inflamación de hígado secundaria a una enfermedad, el abuso de alcohol o una hepatitis.
En un ensayo clínico, se llevó a cabo un seguimiento de entre dos y seis años de 170 pacientes afectados de cirrosis alcohólica o no alcohólica que recibieron 140 mg de silimarina o placebo por vía oral tres veces al día.
Tras cuatro años de tratamiento la tasa media de supervivencia era mucho más alta entre los pacientes tratados con silimarina que en el grupo de control. No obstante, no se observó ninguna diferencia significativa en los marcadores químicos (J Hepatol, 1989 ; 8 : 105-13).
Un estudio doble ciego y controlado con placebo de dos años de duración en 200 pacientes con cirrosis alcohólica no mostró reducción de la mortalidad atribuible al aporte complementario de un extracto de cardo mariano. Otros estudios doble ciego realizados en personas con cirrosis mostraron una mejora de los resultados de las pruebas hepáticas.
Los estudios clínicos preliminares doble ciego realizados en pacientes con hepatitis vírica crónica mostraron que el cardo mariano puede causar una mejora significativa de síntomas como el cansancio, la reducción del apetito, las molestias intestinales, y de las pruebas hematológicas de inflamación del hígado.
Se realizó un estudio doble ciego en pacientes afectados por hepatitis crónica persistente o agresiva, con o sin cirrosis.
a los que se siguó entre tres y doce meses y se trató con silimarina.
El tratamiento no provocó ningún signo de mejora en el funcionamiento del hígado. Sin embargo, los exámenes histológicos revelaron una mejora de la inflamación portal, de las alteraciones del parénquima y de la necrosis (Am J Gastroenterol 1998 ; 93 :139-43).

Hepatitis vírica aguda

Un estudio de 21 días doble ciego y controlado con placebo realizado en 57 personas afectadas de hepatitis vírica aguda constató mejoras significativas en el grupo que recibía el extracto de cardo mariano.
La administración de 140 mg de silimarina o placebo tres veces al día mostó que la proporción de pacientes en los que se normalizaba la ASAT (transaminasa) era mayor en el grupo tratado (82%) que en el grupo de control (52%). La tasa de bilirrubina se normalizó en el 40% de los pacientes tratados frente al 11% del grupo de control.
Un estudio doble ciego en pacientes afectados de hepatitis vírica aguda indicó que el tratamiento con siliminarina reduce las complicaciones y la duración de la hospitalización y favorece la recuperación.

Enfermedad alcohólica del hígado

Se realizó un ensayo clínico aleatorizado en 106 soldados finlandeses afectados por una enfermedad alcohólica del hígado moderada (ALT y ASAT < 200 u/ML) y anomalías del funcionamiento hepático persistentes tras el abandono total del consumo de alcohol durante un mes. Durante cuatro semanas se trató a los pacientes con 420 mg/día de silimarina o un placebo. Al concluir este periodo, los niveles medios de ALAT y ASAT habían disminuido respectivamente entre un 30,1% y un 40,8% en los pacientes que tomaban silimarina frente a un aumento entre el 5,4% y del 2,8 en el grupo de placebo. No existía una diferencia significativa en los niveles de bilirrubina (Scand J Gastroenterol 1981 ; 17 : 517-21).
Otros dos estudios similares dieron resultados idénticos. No obstante, un estudio aleatorizado controlado con placebo que duró tres meses y se realizó con 116 personas, mostró escaso o ningún efecto beneficioso adicional. Estos resultados se explican quizá por el hecho de que la mayoría de participantes había reducido su consumo de alcohol y que cerca de la mitad de ellos habían dejado completamente de beber (Gastroenterol Clin Biol 1989 ; 13 : 120-124).

Silimarina e insulinorresistencia

Un equipo de investigadores del hospital Monfalcone en Gorizia (Italia) trató a 60 pacientes diabéticos a diario durante 12 meses con 600 mg de silimarina o un placebo (Journal of Hepatology, 1997 ; 26 : 871-9). Los pacientes sufrían diabetes no insulino dependiente y cirrosis alcohólica. Se trataban con insulina desde hacía al menos dos años. La insulinorresistencia está elevada prácticamente de forma permanente en los pacientes con diabetes no insulino dependiente y cirrosis hepática.
Los investigadores quisieron utilizar la silimarina por sus propiedades antioxidantes y su largo pasado de utilización en el tratamiento de trastornos hepáticos. Tras 12 meses de tratamiento, los resultados fueron sorprendentes. Aunque la glucemia en ayunas aumentó levemente durante el primer mes de tratamiento, sus niveles bajaron de manera progresiva y significativa, llegando a una media de entre 190 mg/dl y 174 m g/dl. Aunque tal disminución de los niveles sanguíneos de glucosa puede aumentar el riesgo de hipoglucemia, los pacientes tratados con silimarina no presentaron un aumento de la cantidad de episodios leves o graves de hipoglucemia, lo que sugiere que la silimarina estabiliza la glucemia al tiempo que la disminuye.
El tratamiento con silimarina tuvo además otros beneficios: las tasas de glucosa en la orina pasaron de una media de 37 gramos por litro a 22 gramos por litro. Los niveles de hemoglobina glucada disminuyeron de forma significativa, lo que indica una mejora global del control de la glucemia. Sus necesidades diarias medias de insulina también disminuyeron durante el estudio, pasando de 55 UI al día a 42 UI. Además, las tasas de SGOT (transaminasa glutamino-oxalacético en el suero sanguíneo) y de SGPT (transaminasa glutámica-pirúvica en el suero sanguíneo) se redujeron significativamente en los pacientes que tomaban silimarina, lo que confirma que el funcionamiento del hígado había mejorado. Los niveles sanguíneos de malondialdehído, un marcador de las lesiones causadas por radicales, se redujeron, aproximándose a los de los sujetos con buena salud. En el grupo tratado con placebo no se observó ninguno de estos beneficios.

Inhibe el crecimiento y la proliferación de las células cancerosas

Los estudios epidemiológicos mostraron que una alimentación rica en flavonoides parecía ralentizar el riesgo de un determinado número de tumores, incluidos los de mama y próstata.
Un reciente estudio in vitro mostró que la silibina es capaz de detener la progresión celular en las líneas cancerosas de próstata, inhibiendo probablemente diferentes proteínas cinasa. En este estudio, la silibina transformó una proporción significativa de células malignas en células de próstata normales y diferenciadas (Proc Natl Acad Sci USA 1999 ; 96 :7490S).
Anteriormente, investigadores estadounidenses habían notificado que la silimarina ralentizaba el crecimiento de células cancerosas humanas (Journal of Investigative Dermatology, 1997; 108: 547,#60). En un estudio en cultivos celulares, los investigadores determinaron que la silimarina inhibe los receptores epidérmicos de las células de factor de crecimiento, un tipo de receptor de tirosina cinasa que favorece el crecimiento tumoral. Los investigadores concluyeron que el tratamiento con silimarina tenía como resultado una inhibición importante y significativa del crecimiento y la proliferación celular.
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