¿Por qué esperamos siempre hasta el último momento para cuidar de nuestro cerebro?

Nuestro cerebro comienza a ser menos eficaz a partir de los 20 años. Nuestras capacidades mentales decaen con los años, de manera lenta pero segura, pero no reaccionamos hasta que ya es demasiado tarde, cuando aparecen los trastornos de la memoria aparecen o se hacen más insistentes. ¿Por qué?

¿Por qué pasamos tanto tiempo hidratando nuestra piel, cuidando nuestra apariencia, peinándonos o desarrollando nuestros músculos y olvidamos lo más importante, nuestro cerebro? ¿Qué nos impide cuidar el órgano más valioso del cuerpo humano en la vida diaria? ¿Por qué esperamos a que aparezcan los primeros síntomas del deterioro para actuar?

Tomar decisiones rentables: un mecanismo que a veces falla

No todos tenemos la misma capacidad para tomar decisiones rentables a largo plazo. Nuestros rasgos de personalidad, nuestra educación, los comportamientos de nuestros padres, nuestra propensión a resistir los placeres inmediatos y nuestra capacidad de proyectarnos en el futuro ¹ determinan nuestras decisiones. Para algunas personas, estas decisiones están motivadas fundamentalmente por el placer que éstas proporcionan a muy corto plazo, independientemente de las consecuencias de sus actos a largo plazo. Acostarse tarde para aprovechar el día al máximo, posponer continuamente el dejar de fumar, preferir las pantallas a las salidas al aire libre… Esto no es necesariamente inconsciencia, ni siquiera ignorancia: en el fondo, estas personas saben lo que arriesgan, pero no logran valorar correctamente las ventajas y los inconvenientes que se producirán en el futuro. Para estas personas, todo sucede como si las satisfacciones inmediatas se ven con una lupa de aumento.

¿Merece la pena hacer esfuerzos diarios para unas ganancias tan hipotéticas? ¿Y si no se llega a vivir hasta esa edad? ¿No es mejor disfrutar del instante presente que perderlo en pensar en el futuro? La mayoría de las personas que dan la espalda al futuro conscientemente acaban tarde o temprano por lamentarlo. En realidad, incluso las personas que toman decisiones rentables a largo plazo para su salud sienten no haber hecho más. A veces, se esgrime la historia de este conocido impreciso que pasó su vida tomando las decisiones más sanas del mundo y a quien sin embargo le sucedieron los mayores males. ¡Pero es una historia tan triste como sesgada! No es más que una anécdota excepcional que no refleja lo que pasa realmente en la vida.

La verdad estadística es que cuando se llega a la edad de 60 años (y esto llega siempre más rápido de lo previsto), uno siente sistemáticamente haber tomado decisiones “a corto plazo”. Se pagan los platos rotos por la versión más joven de nosotros mismos que no pensó suficientemente en su alter ego más mayor. Sólo esta persona podía cuidar lo que era lo más valioso cuando todavía había tiempo y no lo hizo.

Los neurotónicos no son naturales, ¿entonces?

Muchas personas no se esfuerzan en estimular su cerebro porque tienen la impresión de que eso no es natural. En el fondo, pueden tener razón, aunque tampoco es totalmente incongruente pensar que nuestros antepasados tenían sus ingredientes secretos para envejecer mejor. Pero lo que es falso sobre todo es la conexión lógica que une las dos proposiciones.

En realidad, el ser humano ha creado cientos de técnicas “no naturales” para optimizar y estimular sus funciones cognitivas. En la escuela, nuestros profesores pasan su tiempo mejorando el funcionamiento de nuestro cerebro, transmitiéndonos un montón de información y enseñándonos los mejores métodos para utilizarla. Cada día, dominamos decenas de técnicas adquiridas mediante el aprendizaje y utilizamos trucos e incluso sustancias (como el café) muy conocidas por mejorar nuestra atención y nuestro rendimiento. ¿Se plantea la cuestión de saber si estas cosas son naturales? Tenemos que ser lúcidos: nuestras casas, nuestra ropa e incluso nuestra alimentación ya no corresponden a las condiciones naturales de nuestra especie. Y nosotros ya no podemos hacer gran cosa al respecto…

Por otra parte, todos sabemos que la actividad física, la calidad del sueño y la nutrición contribuyen a preservar y estimular las funciones cognitivas del cerebro. En este caso, sí que son medios naturales de hacerlo, pero los investigadores han mostrado estos últimos años que los mecanismos mediante los cuales operan son los mismos que los de los complementos nutricionales.

Todos llevan a modificaciones bioquímicas que contribuyen a prevenir el deterioro cognitivo (efectos crónicos) pero también a provocar estados de ánimo y comportamientos positivos (efectos agudos). En el caso de la actividad física, las modificaciones del metabolismo periférico influirán en la disponibilidad de ciertos precursores de neurotransmisores que atravesarán la barrera hematoencefálica y aumentarán la síntesis cerebral de los neurotransmisores correspondientes ^2-3.

Por ejemplo, en caso de actividad física, se observa un aumento de la incorporación de los aminoácidos “ramificados” en los procesos oxidativos. Este aumento va acompañado de un aumento de la producción de triptófano en el hígado y una mejora de su transporte al cerebro. Ahora bien, el triptófano favorece la síntesis de la serotonina, un neurotransmisor implicado en el humor, el sueño, la memorización, la cognición y la lucha contra las agresiones del sistema nervioso central ⁴.

Los complementos nutricionales como el L-Tryptophan (L-triptófano) o el 5-HTP (5 hidroxitriptófano) están basados en el mismo mecanismo: al aportar al organismo precursores capaces de atravesar la barrera hematoencefálica, como el triptófano, se favorece la producción de ciertos neurotransmisores y por tanto se actúa en el comportamiento y en la estimulación a largo plazo del cerebro a la vez. Con la N-Acetyl L-Tyrosine (N-acetil L-tirosina), se realiza el mismo truco: se aporta al cerebro tirosina, que favorece la síntesis de varias catecolaminas (la epinefrina, la norepinefrina y la dopamina), que juegan un papel en la orientación de los nuevos estímulos, la atención, la memoria o el aprendizaje ⁵.

También se sabe que la actividad física actúa en otras vías neuroquímicas, especialmente en la producción de un factor de crecimiento cerebral , el factor neutrófico derivado del cerebro (BDNF – del inglés Brain-derived neurotrophic factor, o en menor medida FNDC). Esta sustancia estimula la neurogénesis, es decir la fabricación de nuevas neuronas por el cerebro, lo que contribuye a detener el deterioro cognitivo y a mejorar la memoria a largo plazo. En este caso también, complementos como el Noopept, uno de los mejores neuroestimulantes del mercado, se inspiran en estas reacciones en cadena al estimular la producción de este factor de crecimiento cerebral.

Todos estos complementos “neurotónicos” que se inspiran en mecanismos de acción naturales, son interesantes porque no es seguro que nuestro cerebro esté tan estimulado como el de nuestros antepasados muy lejanos. Si reflexionamos mucho sobre esto, sus fuentes de estimulación debieron ser muy superiores a las nuestras. Siempre había que interpretar las señales exteriores (visuales, olfativas o sensoriales) para adivinar la presencia de presas o de depredadores potenciales, conocer y reconocer cientos y cientos de vegetales, setas u hongos, y recorrer probablemente decenas de kilómetros al día para cubrir todas las necesidades …

El miedo de actuar en el cerebro

Hay una última razón que explica por qué dudamos en estimular nuestras capacidades cognitivas. A pesar de todo se habla del órgano más complejo, más importante y más frágil de todo el organismo: por tanto, es normal tener miedo de intervenir a su escala. Si usted padece una enfermedad neurodegenerativa grave, usted aceptará sin ninguna duda los efectos secundarios de un medicamento que le permite combatir la enfermedad, incluso si éstos son graves. Pero no será lo mismo si usted está sano y simplemente desea cuidar su cerebro y frenar su deterioro.

Actualmente, de todas maneras, no existe ningún medicamento destinado a las personas sanas para reforzar o estimular sus funciones cognitivas, ya que nuestra sociedad está más focalizada en la reparación que en la prevención. Por esta razón se sorprende regularmente a estudiantes, deportistas o incluso personas cuya profesión es exigente en el plano cognitivo (como cirujanos o pilotos de líneas aéreas) distorsionando el uso de medicamentos inicialmente concebidos para tratar otras enfermedades. ¡Con todos los riesgos que eso implica!

Es otra razón la que impulsa a elegir complementos nutricionales como Neuro-Nutrition Formula (Fórmula de neuronutrición) o Neurex™ cuyos mecanismos de acción son más sutiles, menos directos y específicamente estudiados para estimular y regenerar las funciones cognitivas.

Mientras tanto, reflexione sobre las consecuencias de sus decisiones actuales. ¿Están sus decisiones motivadas únicamente por una lógica a corto plazo? ¿Piensa usted a veces en las consecuencias de sus actos en la versión futura de usted mismo? ¿Soportaría usted ver a sus amigos mantener su vivacidad de mente mientras que usted experimenta dificultades para acordarse de su nombre?

Referencias
1. B.-B. Chen, W. Qu, Life history strategies and procrastination: The role of environmental unpredictability, Personality and Individual Differences 117 (2017) 23–29
2. Chaouloff F. (1989). Physical exercise and brain monoamines: a review. Acta Physiol. Scand., 137 : 1-13. [
3. Guezennec C.Y. Duclos M. (2010). Le sport change aussi la tête. La Recherche, 40 : 48-51.
4. Birdsall TC. 5-Hydroxytryptophan: A Clinically-Effective Serotonin Precursor. Altern Med Rev 1998;3:271-80.
5. Mahoney, C. R., Castellani, J., Kramer, F. M., Young, A., and Lieberman, H. R. Tyrosine supplementation mitigates working memory decrements during cold exposure. Physiol Behav. 11-23-2007;92(4):575-582.