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19-09-2016

Los probióticos tienen numerosos efectos preventivos y curativos

probióticos Los resultados clínicos publicados desde hace una quincena de años subrayan los múltiples efectos beneficiosos de los probióticos. Estos parecen tener efectos preventivos y curativos, en especial en caso de diarrea vírica, eccema atópico, intolerancia a la lactosa, diarrea asociada a antibioterapia, enfermedades inflamatorias del tubo digestivo. Otros trabajos hacen presagiar que también podrían tener un importante papel en la resistencia a las infecciones respiratorias y en la prevención del cáncer.
La noción de probióticos se desarrolló gracias a los trabajos de Metchnikoff (1907) que constató que los campesinos búlgaros, grandes consumidores de leche fermentada, vivían con salud hasta una edad avanzada. Metchnikoff propuso entonces la ingestión de bacterias vivas, y más concretamente bacterias lácticas, para reducir los desórdenes intestinales y mejorar la higiene digestiva y, por tanto, aumentar la esperanza de vida.
El término probiótico deriva de dos palabras griegas, pros y bios, que significan literalmente «para la vida», al contrario que el término antibiótico que significa «contra la vida». Este término se introdujo por primera vez en 1965 para describir las sustancias producidas por un microorganismo y estimulan el crecimiento de otros microorganismos. Desde entonces se han dado diversas definiciones. Según la adoptada por la ONU y la Organización Mundial de la Salud, los probióticos son microorganismos vivos que son beneficiosos para la salud del anfitrión si se administran en la cantidad adecuada.

La microflora intestinal, protección contra las invasiones

La microflora intestinal está compuesta por una gran diversidad de especies microbianas que garantizan diferentes funciones. Esta se evaluó en cerca de 1013 a 1014 billones de células, que representaban entre 400 y 500 especies y subespecies. Esta cifra es cerca de diez veces total de células del cuerpo humano. La microflora intestinal, una auténtica barrera contra las invasiones exteriores, contribuye además a despertar la vigilancia del sistema inmunitario que, cuando se activa en el intestino, parece influir en todo el organismo y, en especial, en las vías respiratorias.
La composición y las funciones de la flora del tracto gastrointestinal se ven influidas por diversos factores vinculados al cambio de las condiciones fisiológicas del anfitrión (edad, estado de salud), de la composición de su alimentación y de las condiciones medioambientales (contaminación por patógenos, antibioterapia, quimioterapia, clima, estrés, higiene).
Un desequilibrio de la flora intestinal puede traducirse en una bajada de forma, malestar, cansancio, alteraciones intestinales (diarreas, síndrome de colon irritable), así como una mayor sensibilidad a las infecciones. A más largo plazo, puede favorecer enfermedades más graves, como enfermedades intestinales inflamatorias, cáncer de colon…
Los probióticos actúan directamente sobre la flora intestinal del anfitrión lo que estimula localmente el crecimiento y la renovación de los microorganismos que la componen y tiene como resultado el refuerzo de la protección del organismo

Las infecciones gastrointestinales

Uno de los usos más reconocidos de los probióticos es la prevención y el tratamiento de las diarreas. Diversos estudios han demostrado mejorías si las diarreas agudas - incluidas las infecciones por rotavirus, diarreas del viajero o infecciones bacterianas más graves, como la causada por Clostridium difficile - se tratan con probióticos.
En los niños, los probióticos parecen tener efectos sobre las diarreas víricas, probablemente debido a la estimulación de los anticuerpos IgA contra los rotavirus1, 2, 3. De este modo reducen la duración de los episodios así como su recurrencia. Los científicos revisaron 13 ensayos a doble ciego controlados con placebo sobre la diarrea aguda infecciosa del lactante y el niño. Diez de los ensayos versaban sobre el tratamiento y tres sobre la prevención. El conjunto de estos datos sugería que los probióticos podían reducir significativamente la duración de la diarrea e incluso prevenirla4.

Diarreas asociadas a las antibioterapias

Las diarreas asociadas a los tratamientos antibióticos constituyen la primera indicación de los probióticos. Estos limitan la agresión de los antibióticos sobre la flora endógena y permiten una mejor tolerancia general. Un metaánalisis muestra que la utilización de los probióticos permite una disminución significativa de la incidencia de diarreas durante las antibioterapias.
Las diarreas asociadas a los tratamientos antibióticos y causadas por el Clostridium difficile son complicaciones de los tratamientos antibacterianos y se producen en el 5%-25% de los pacientes El C. difficile es responsable de entre el 15 y el 25% de las diarreas asociadas a la utilización de los antibióticos. La mayoría de estas diarreas se producen en ancianos entre dos o tres semanas después del fin del tratamiento. En un estudio realizado en 135 pacientes con una media de edad de 74 años que tomaban antibióticos y que tomaron dos veces al día 100 g de leche con lactobacilos durante la antibioterapia y durante una semana complementaria después.“” El grupo de testigos recibió leche. El aporte complementario de probióticos redujo la incidencia de la diarrea asociada a la antibioterapia y la del C. difficile asociada a la diarrea. Solo el 12% de las personas que tomaban probióticos presentaron una diarrea asociada a los antibióticos contra el 34% en el grupo de control5.

Infecciones intestinales por Helicobacter pylori

La colonización de la mucosa gástrica por Helicobacter pylori es frecuente y a menudo se asocia a una gastritis, una úlcera, un cáncer o un linfoma. Se demostró in vitro que diferentes cepas de probióticos y, en concreto, los lactobacilos desarrollan una actividad contra Helicobacter pylori. Estos probióticos actúan sobre la viabilidad de la bacteria y sobre su adherencia a las células de la mucosa intestinal. En un análisis de 13 estudios clínicos (los pacientes de 6 de ellos solo tomaban probióticos y los de los 7 restantes probióticos y una antibioterapia) se demostraron los efectos de los probióticos sobre la bacteria6.

El sistema inmunitario intestinal y los probióticos

La mucosa del intestino delgado y del colon contienen un número de células inmunitarias superior al número total de células existentes en el resto del organismo El sistema inmunitario intestinal debe «tolerar» las proteínas extrañas al organismo, como las proteínas alimentarias y las de las bacterias intestinales, y, al mismo tiempo, desarrollar defensas inmunitarias contra los gérmenes enteropatógenos. La presencia de bacterias intestinales tiene una fuerte influencia sobre su desarrollo y su funcionamiento y puede tener consecuencias sobre la inmunidad del anfitrión.
Las dos funciones más importantes del sistema inmunitario intestinal son la síntesis de anticuerpos que pertenecen a una clase determinada de inmunoglobulinas, las IgA, y la tolerancia oral. Mediante la síntesis y la secreción de IgA, el sistema inmunitario intestinal protege al anfitrión de los microorganismos enteropatógenos, bloqueando la adhesión, la translocación hacia el compartimento sistémico, la multiplicación vírica, neutralizando las enterotoxinas o incluso bloqueando el paso de macromoléculas. La tolerancia oral consiste en desarrollar respuestas de tipo «supresor» que impiden la inducción, a nivel intestinal y sistémico, de respuestas inmunitarias específicas de las proteínas alimentarias y las bacterias residentes. Esta función impide así la aparición de las hipersensibilidades alimentarias, entre ellas la alergia y las reacciones inflamatorias del tubo digestivo hacia las bacterias intestinales, como en la enfermedad de Crohn. Existe además un tráfico importante entre el sistema inmunitario intestinal, el compartimento sistémico y el resto de mucosas, como la mucosa vaginal.

Reforzar el sistema inmunitario

Los ancianos son más vulnerables frente a las infecciones a causa del deterioro de su sistema inmunitario y en concreto de la actividad de células linfoides. Los estudios mostraron que la complementación con probióticos combate ciertos efectos del debilitamiento del sistema inmunitario y, en concreto, refuerza la actividad de las células asesinas naturales7. Se incluyó en este estudio a 53 personas ancianas y de mediana edad En un primer momento, recibieron leche durante tres semanas, lo que no provocó ninguna estimulación de su sistema inmunitario. A continuación, durante tres semanas más, bebieron leche enriquecida en Lactobacillus rhamnosus. La actividad de sus células naturales asesinas aumentó en un 147%, lo que sugiere que el Lactobacillus estimulaba la inmunidad celular sistémica8.
En el momento de una vacunación, se mostró que la ingestión de probióticos podía aumentar una respuesta inmunitaria a la vacuna9. En un estudio clínico controlado contra placebo se administró por vía oral a jóvenes adultos cepas de Lactobacillus rhamnosis y L. paracasei antes y después de una vacuna por vía oral con un poliovirus atenuado. Los probióticos causaron una respuesta inmunológica (IgA, IgG) al igual que un aumento de la producción de los anticuerpos que neutralizan el virus. Otros estudios indican una estimulación de la actividad fagocitaria de los monocitos sanguíneos y una estimulación de las IgA intestinales10.

Alergias - eccema

Las perturbaciones de la barrera mucosa parecen implicadas en la aparición de la dermatitis atópica o eccema. Los trabajos sugieren que una complementación con probióticos podría afectar a la función intestinal de barrera en los niños que padecen esta enfermedad.
Un estudio aleatorizado a doble ciego controlado con placebo incluyó a 188 familias con las enfermedades alérgicas. Las madres recibieron a diario un complemento de Lactobacillus reuteri o un placebo a partir de la semana 36 de embarazo hasta el parto. A continuación, se administró a los niños un complemento con el mismo probiótico durante los primeros 12 meses a los que siguieron 24 meses adicionales. La incidencia del eccema fue idéntica en ambos grupos (en torno al 35%). Pero durante el segundo año, los niños que recibieron los complementos presentaban menos IgE asociada al eccema (el 8% frente al 20%). La IgE es el anticuerpo predominante asociado a la alergia. La reactividad de los niños en las pruebas cutáneas habituales de alergia era también menos importante en el grupo que recibió los complementos y de forma significativa para los niños cuyas madres padecían alergia (el 14 frente al 31%)11.
En otro estudio cruzado a doble ciego controlado con placebo, se administraron dos cepas de lactobacilos durante seis semanas a niños de 1 a 13 años que padecían dermatitis atópica. Los investigadores llegaron a la conclusión de que los probióticos podrían reducir la producción de células que generaban la inflamación y la accesibilidad de los alérgenos, normalizar la microflora intestinal y tener un impacto en la función de barrera, regular la secreción de los mediadores de la inflamación y favorecer el conveniente desarrollo del sistema inmunitario de determinados pacientes12.

Infecciones del aparato respiratorio

Los probióticos dotados de propiedades inmunoestimulantes podrían contribuir a la prevención y tratamiento de determinadas infecciones víricas habituales. En un estudio finlandés a doble ciego contra placebo se administró durante 7 meses a niños de guardería (de entre 1 y 6 años) leche complementada con una cepa de L. rhamnosus. El probiótico redujo la duración de las ausencias por enfermedad del aparato digestivo o por infección de las vías respiratorias en 0,7 días en comparación con la de los testigos. Los niños presentaban además un menor riesgo de infección de las vías respiratorias.

VIH - inmunidad en riesgo

En otro estudio que examinó la complementación con Lactobacillus plantarum en niños expuestos al VIH de forma congénita se observaron otras pruebas del efecto beneficioso de los probióticos sobre el sistema inmunitario 13. Los niños con infecciones por el VIH presentan episodios de diarrea y problemas frecuentes de absorción insuficiente asociados a posible proliferación excesiva de bacterias. Se administró de manera aleatoria Lactobacillus plantarum o un placebo a 17 niños infectados por el VIH. En el grupo tratado, la colonización por el Lactobacillus plantarum apareció en dos semanas, pero no se mantuvo tras la interrupción del aporte de complementos. No se observó ningún efecto secundario. Se observaron mejorías durante las visitas de seguimiento en la talla y el peso de los niños. Los autores del estudio observaron también un notable aumento de la respuesta inmunitaria.
Un estudio incluyó a 77 niños de entre 2 y 12 años infectados por el VIH. Los niños se distribuyeron en dos grupos, uno recibió probióticos durante dos meses y el otro un placebo. Se contó la cantidad de CD4 al comienzo y el fin de la administración de los complementos. El número y la calidad de las heces se evaluaron mediante un cuestionario. Los resultados mostraron un aumento de la cantidad de CD4 en el grupo que recibió el complemento y una disminución en el grupo de control. La calidad de las heces mejoró igualmente gracias a los probióticos. Este estudio muestra que los probióticos tienen propiedades inmunomoduladoras y podrían ser útiles en el tratamiento de niños infectados por el VIH VIH14.
La quimioterapia y la radioterapia causan con frecuencia alteraciones graves del sistema inmunitario y la microflora intestinal, acompañadas de diarrea o de un aumento de la cantidad de células fúngicas (Candida albicans) en el aparato digestivo y otros órganos. Los trabajos demostraron en el animal y el ser humanos que los probióticos aumentaban la inmunidad y la resistencia a las infecciones. En un modelo con ratones inmunodeficientes, el Lactobacillus sp. y las bifidobacterias redujeron las Candida albicans sistémicas diseminadas15.
Además en un ensayo controlado con placebo, los niños con una mucovicidosis vieron cómo se redujo la gravedad de la neumonía mediante la administración de Lactobacillus GG. Es posible que la protección frente a las enfermedades respiratorias esté ligada a una regulación excesiva de las células productoras de mucinas y una estimulación de la respuesta de los anticuerpos. Ampliar la utilización de los probióticos a pacientes inmunodeprimidos parece prometedor.

Intolerancia a la lactosa

El consumo de probióticos mejora la absorción de la lactosa en los pacientes con déficit de lactasa y reduce los síntomas digestivos debidos a la intolerancia a la lactosa. Este efecto se basa principalmente en el hecho de que las bacterias vivan contienen lactasa microbiana que se libera en el intestino delgado para ayudar a la hidrólisis de la lactosa, etapa de la digestión que las personas que presentan intolerancia a la lactosa realizan de forma parcialmente defectuosa.

Las enfermedades inflamatorias del intestino

Según la literatura médica, los procesos inflamatorios implicados en las enfermedades del intestino humano, como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la reservoritis podrían controlarse con los probióticos. La administración de probióticos produjo remisiones más largas asociadas a una menor expresión de los marcadores inflamatorios ex-vivo y un aumento de la secreción de IgA, a una disminución del consumo de medicamentos y a una mayor calidad de vida global.
Los efectos antiinflamatorios de tres probióticos con propiedades inmunomoduladoras (Lactobacillus casei, Lactobacillus acidophilus y Bifidobacterium lactis) se evaluaron y compararon en un modelo de colitis de rata. Los tres probióticos restablecieron los niveles de glutatión en el colon que se habían reducido por el estrés oxidativo del proceso inflamatorio. También mostraron una actividad antiinflamatoria, cada uno con un perfil antiinflamatoria diferente, Estos tres probióticos podrían considerarse como posibles adyuvantes en el tratamiento de enfermedades inflamatorios de colon16.

Síndrome de colon irritable

El síndrome de colon irritable provoca dolorosos calambres digestivos, diarreas que alternan con estreñimiento y otros síntomas. Las causas de este síndrome no se conocen con precisión pero podrían ser una alteración de la salud de las bacterias intestinales. Partiendo de esta teoría, para su tratamiento se han utilizado los probióticos con cierto éxito.
La mayoría de los síndromes de colon irritable son posteriores a una infección. Numerosos estudios en seres humanos y animales mostraron que tras una gastroenteritis aguda se producía un aumento de la infiltración de células inflamatorias y una hiperplasia de células enterocromafinas en la mucosa intestinales En el ser humano, el síndrome de colon irritable podría prevenirse utilizando probióticos para reducir la duración de la gastroenteritis aguda17.

Efectos anticancerosos

Diversos trabajos han evidenciado una relación inversa entre el consumo de productos lácteos fermentados, en particular el yogurt, y el riesgo de tumores colorrectales, cáncer o adenomas. Diversos estudios en ratas, ratones y algunos en seres humanos sugieren que las bacterias lácticas podrían tener un efecto beneficio y en diversos niveles sobre la reducción del riesgo de cáncer de colon. Así, en los seres humanos y en modelos con animales, la ingestión de bacterias lácticas disminuye la concentración de enzimas responsable de la liberación de agentes mutágenos en el colon. En un estudio sobre complementos con L. acidophilus en 21 voluntarios sanos18, la concentración fecal de tres de estas enzimas (beta-glucuronidasa, nitroreductasa y azorreductasa) disminuyó. Este efecto se observó diez después del tratamiento. No obstante, es reversible y ya no se constató 30 días después del fin del estudio, lo que sugiere que es necesaria una toma continuada para su mantenimiento. Otros trabajos en seres humanos y ratas con L. acidophilus mostraron una reducción de estas enzimas. También se han sugerido otros siete mecanismos para explicar el efecto preventivo de los probióticos.

Un efecto sobre el colesterol

Algunos estudios preliminares han desvelado que el consumo de yogurt o leche fermentada con probióticos supone una disminución de las concentraciones de colesterol en la sangre. In vitro, determinadas cepas de Lactobacillus tienen la capacidad de asimilar el colesterol. En estudios de laboratorio, las concentraciones séricas de colesteroles de ratas alimentadas con leche rica en Lactobacillus mezclada con su alimentación eran más bajas que las de los animales de referencia. Las cepas de Lactobacillus parecían eliminar directamente el colesterol19.

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Bibliografía:
1. Pedone C.A. et al., The effect of supplementation with milk fermented by lactobacillus casei on acute diarrhea in children attending day care centres, IJCP, 1999, 53, 179-184.
2. Salminen S. et al., Clinical applications of probiotic bacteria, Int. Dairy J., 1998, 8, 563-572.
3. Salminen S. et al., Functional Food science and gastrointestinal physiology and function, Br. J. Nutr., 1998, 80, 563-572.
4. Szajewska H. et al., Probiotics in the treatment and prevention of acute infectious diarrhea in infants and children: a systematic review of published randomized double-blind placebo-controlled trials, J. Pediatr. Gastroenterol. Nutr., 2001, 33 (suppl4):S17-S25.
5. Hickson M. et al., Use of probiotic Lactobacillus preparation to prevent diarrhoea associated with antibiotics: randomised double blind placebo controlled trial, BMJ, doi:10.1136/bmj.39231.599815.55 (published June 2007).
6. Hamilton-Miller J.M., The role of probiotics in the treatment of Helicobacter pylori infection, Int. J. Antimicrob. Agents, 2003 Oct, 22(4): 360-6.
7. Gill H.S. et al., Dietary probiotics enhance natural killer cell activity in elderly: an investigation of age-related immunologic changes, J. Clin. Immunol., 2001, 21: 264-271.
8. Ying-H. Sheih et al., Systemic immunity-enhancing effects in healthy subject following dietary consumption of the lactic acid bacterium Lactobacillus rhamnosus HN001, Journal of the American College of Nutrition, 2001, vol. 20(2): 149-156.
9. Link Amster H. et al., Modulation of a specific humoral response and changes intestinal flora mediated through fermented milk intake, FEMS Immunol. Med. Microbiol., 1994, 10, 55-63.
10. Yoon H. et al., New insights in the validation of systemic biomarkers for the evaluation of the immunoregulatory properties of milk fermented with yogurt culture and Lactobacillus casei (Actimel): a prospective trial, Int. J. Immunotherapy, 1999, XV, 79-89.
11. Abrahamsson T.R. et al., Probiotics in prevention of IgE-associated eczema: a double blind, randomized, placebo-controlled trial, Journal of Allergy and Clinical Immunology, 2007, vol. 119(5); 1174-1180.
12. Isolauri E., Dietary modification of atopic disease: use of probiotics in the prevention of atopic dermatitis, Curr. Allergy Asthma Rep., 2004 Jul, 4(4): 270-5.
13. Cunningham-Rundles S. et al., Probiotics and immune response, Am. J. Gastroenterol., 2000, 95: S22-S25.
14. Trois L. et al., Use of probiotics in HIV-infected children: a randomized double-blind controlled study, J. Trop. Pediatr., 2007, Sept 17, [e-pub ahead of print].
15. Wagner R.D. et al., Colonization of congenitally immunodeficient mice with probiotic bacteria, Infect. Immun., 1997, 65: 3345-3351.
16. Peran L. et al., A comparative study of the preventive effects exerted by three probiotics, Bifidobacterium lactis, Lactobacillus casei and Lactobacillus acidophilus in the TNBS model of rat colitis.
17. Cuomo R. et al., Almost all irritable bowel syndrome are post-infectious and respond to probiotics: consensus issue, Dig. Dis., 2007, 25(3): 241-4.
18. Goldin B.R. et al., Alterations of the intestinal microflora by diet, oral antibiotics and Lactobacillus decreased production of free amines from aromatic nitro compounds, azo dyes and glucuronides, J. Natl. Cancer Institute, 1984, 73: 689-95.
19. Pulusani S.R. et al., Whole body, liver and plasma cholesterol levels in rats fed with Lactobacillus thermophilus, bulgaricus and acidophilus milks, J. Food Sci., 1983, 48: 220-281.

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