Si me tuviera que llevar un único complemento a una isla desierta

Si me tuviera que llevar un único complemento a una isla desierta... sería el CoQ10, también denominado coenzima Q10 o ubiquinona.
En estado puro se trata de un polvo cristalino amarillento sin sabor ni olor. Pero es una sustancia que se encuentra por todo el cuerpo, como su nombre indica, ya que «ubi », en latin significa "por todas partes".
Su descubrimiento le valió el Premio Nobel al investigador inglés Peter Mitchell en 1978. En efecto, el CoQ10 es realmente una sustancia extraordinaria e indispensable. Esta presenta en cada una de las células del cuerpo, donde desempeña el papel de chispa para desencadenar la producción de energía en las mitocondrias (las minifábricas eléctricas que producen la energía celular).
Todos nuestros órganos vitales, y en especial nuestro corazón y nuestro cerebro, necesitan una aporte continuo de CoQ10 para funcionar. Pero esto es también así para los 10.000.000 millones de células que hay en el cuerpo. Además, el CoQ10 es un antioxidante muy potente. Interviene cuando se agotan las reservas de vitamina C y protege a la vitamina E.

Normalmente, el hígado lo produce por sí mismo y la alimentación completa el aporte: el CoQ10 está presente en las nueces, las almendras, los aceites y frutas ricos en aceite y en las verduras de hoja verde.
Las espinacas son especialmente ricas en CoQ10. Sucede lo mismo con determinados pescados, como las sardinas, que contienen el doble de CoQ10 que la carne de buey. No obstante no hay que hacerse ilusiones: habría que comer 1,6 kg de sardinas para consumir 100 mg de CoQ10, es decir, para cubrir la mitad de las necesidades cotidianas.
Además, sucede que el nivel de CoQ10 producido por el hígado disminuye con la edad, y puede incluso desplomarse en las personas que toman estatinas (fármacos para reducir el colesterol). En ese caso pueden producirse problemas de memoria y enfermedades cardíacas (isquemias).
La falta de CoQ10 se ha relacionado con tantas enfermedades que es imposible citarlas todas: cáncer, enfermedades cardiovasculares, Alzheimer, problemas de próstata, Parkinson, migrañas, degeneración macular ligada a la edad, etc.
El CoQ10 está homologado desde 1974 en Japón para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca congestiva. Millones de pacientes lo toman a diario.
Ante este fenómeno se han llevado a cabo numerosas investigaciones científicas. Los autores de un metaanálisis publicado en 2006 se basaron en 11 ensayos clínicos (con 319 pacientes en total) y llegaron a la conclusión del efecto beneficioso del CoQ10 sobre los pacientes que padecen insuficiencia cardíaca congestiva.(1)
Los resultados de los ensayos clínicos preliminares y los casos prácticos indican que el CoQ10 podría evitar las recidivas y la aparición de la ateroesclerosis en las personas que han sufrido un infarto de miocardio.(2)
Sin embargo, por desgracia no basta con tomar cualquier CoQ10 en forma de complemento nutricional para obtener efectos beneficiosos.
Existen dos formas de CoQ10, la ubiquinona y el ubiquinol.
El ubiquinol es la forma reducida de CoQ10, es decir, la que tiene un electrón más; electrón que le sirve para neutralizar los radicales libres.
Por tanto, es preferible la forma ubiquinol del CoQ10. La dosis diaria ideal es de 100 mg dos veces al día.

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(1) «The impact of coenzyme Q10 on systolic function in patients with chronic heart failure. » Sander S, Coleman CI, et al. J Card Fail. 2006 Aug;12(6):464-72.
(2) Singh RB, Neki NS, et al. « Effect of coenzyme Q10 on risk of atherosclerosis in patients with recent myocardial infarction. » Mol Cell Biochem. 2003 Apr;246(1-2):75-82.13. Singh RB, Wander GS, et al. «Randomized, double-blind placebo-controlled trial of coenzyme Q10 in patients with acute myocardial infarction. » Cardiovasc Drugs Ther. 1998 Sep;12(4):347-53. Kuklinski B, Weissenbacher E, Fahnrich A. «Coenzyme Q10 and antioxidants in acute myocardial infarction. » Mol Aspects Med. 1994;15