Hay muchas cosas que nos gusta dejar para mañana en la vida, pero por una misteriosa razón, cuidar de nuestros dientes es probablemente una de las más extendidas. Mientras que dedicamos mucho tiempo a cuidar nuestro cabello, nuestra piel e incluso nuestros ojos, dedicamos a penas dos minutos al día a nuestros dientes e ignoramos todo sobre los micronutrientes que pueden contribuir a mantenerlos saludables …
Si le pidiesen que citase los factores nutricionales que previenen la caída de los dientes, ¿sabría usted citar algo más que el calcio o un bajo consumo de azúcar?
Este desconocimiento no tardamos en pagarlo caro : como media, perdemos 4 dientes entre los 45 y los 55 años (1). Y a continuación todo se acelera: la cifra pasa a 10 dientes en la década siguiente y de un 15 a un 30 % de los occidentales son incluso totalmente desdentados después de los 65 años.
No obstante, al conocer los mecanismos nutricionales que actúan favorablemente en estas pérdidas de dientes , usted podría ganar diez años, e incluso conservar sus dientes hasta una edad muy avanzada. Es la OMS (Organización Mundial de la Salud) quien lo dice: las afecciones dentales causantes de las caídas de los dientes forman parte de las enfermedades crónicas que pueden ser evitadas mediante la nutrición (2).
Siempre subestimamos la importancia de nuestros dientes. Cuando perdemos el primero es cuando nos damos cuenta de hasta qué punto éstos son realmente fundamentales .
En primer lugar, pensamos en nuestra sonrisa, esta arma de seducción que también utilizamos para expresar nuestro placer, nuestra satisfacción o nuestro bienestar. Y allí, delante del espejo, evaluamos de repente el considerable perjuicio: “ ¡Dios mío, pero si esta sonrisa estropea… cambia completamente mi cara! Ya no me reconozco … ” Muy a menudo, esta terrible constatación va acompañada de una disminución de la confianza en uno mismo, de un desprecio hacia sí mismo e incluso de una cierta forma de vergüenza. “Qué va a pensar la gente? ¿Va a decir que no me cuido? ¿Que soy una dejada? “
Este dolor psicológico, que no puede aliviar ningún medicamento, se exacerba más teniendo en cuenta que las cosas no funcionan apañándose. Si un diente se ha caído prematuramente, hay grandes probabilidades de que otros dientes sigan rápidamente el mismo camino. Y en ese caso es cuando la mirada de los demás se hace difícil de soportar. En ausencia de ciertos dientes, el apoyo labial desaparece, provocando un hundimiento progresivo del soporte inferior de la cara. Debido a esto, las expresiones de la cara se encuentran completamente perturbadas (3).
Desgraciadamente, perder nuestros dientes no solo plantea problemas estéticos . Las caídas de dientes aumentan considerablemente el riesgo de padecer varias enfermedades. Al examinar minuciosamente la literatura científica, se constata especialmente:
Estos riesgos para la salud se unen a numerosas limitaciones que provoca llevar prótesis extraíbles o la utilización de una “dentadura postiza”, primeros responsables del mal aliento en las personas mayores de 50 años.
Cuando se pierde un diente por primera vez, es a menudo de manera trivial, comiendo una manzana o un trozo de pan. En general es un molar o un premolar (los caninos son los que se conservan más tiempo (8-10)). ¿Pero cuáles son las auténticas causas de estas caídas?
En realidad, sólo hay cuatro y se superponen:
” Tienes que saber, Sancho, que una boca sin dientes es como un molino sin muela, y que hay que apreciar mil veces más un diente que un diamante. “Don Quijote de Cervantes
¿En qué contextos se producen la caries y las enfermedades periodontales, los dos principales responsables de la caída de los dientes?
En realidad, se trata de dos afecciones que merman los dientes a fuego lento. A lo largo de toda la vida.
Nuestra boca alberga miles de millones de microorganismos que pertenecen a más de 1.000 especies diferentes , la mayoría beneficiosos para nuestra salud. Están los que flotan en el medio bucal, los que se expanden sobre nuestra lengua y los que se agarran a nuestros dientes. Justo después del cepillado, ciertas proteínas contenidas en nuestra saliva se adhieren a la pared de los dientes (es el biofilm dental) y atraen a bacterias colonizadoras inofensivas. A lo largo de unos minutos, otras bacterias se les unen y forman un hábitat complejo, alrededor del cual se va a formar una barrera cada vez más sólida: la placa dental .
Esta placa, que es constantemente enriquecida por los productos de secreción de las bacterias, no es peligrosa en tanto que los microorganismos que allí se desarrollan son beneficiosos . Desgraciadamente, al comer alimentos ricos en glúcidos, especialmente en glúcidos muy simples como la sacarosa, nosotros favorecemos el cultivo de bacterias patógenas en esta placa.
Estas bacterias son atraídas por los residuos azucarados que se adhieren a la placa dental. Éstas se valen de ésta para fabricar enormes cadenas glucídicas y reclutar masivamente otras bacterias del mismo tipo. Después, se alimentan de estos azúcares y liberan ácido láctico, un compuesto tóxico para las otras bacterias y especialmente perjudicial para el diente.
Para eliminar todo este pequeño mundo, no hay nada mejor que un buen cepillado mecánico . Éste permite desenganchar las bacterias patógenas de los dientes y sacar los trozos de alimentos azucarados que permiten su desarrollo. Pero eso no es suficiente . Cuando comemos pasta en la comida del mediodía (que es rica en glúcidos complejos) o cuando bebemos un refresco gaseoso generalmente azucarado al principio de la tarde (muy rico en sacarosa), generalmente pasan más de 8 horas antes de que las cerdas del cepillo vengan a barrer el montón de bacterias patógenas.
Durante este intervalo, éstas tienen tiempo de degradar los azúcares y de liberar ácido . Si alguna vez la acidez en contacto con el diente baja por debajo del nivel crítico de 5,5, el esmalte del diente se degrada. Es una situación que sucede bastante a menudo, especialmente si usted pica ente las comidas. Esta degradación se interrumpe con el cepillado de la noche, ¡pero inevitablemente sigue al día siguiente! Imagínese un equipo de obreros que excava un agujero en su diente, y que continúa cada día, incansablemente, el trabajo realizado el día anterior. Generalmente, esta degradación se produce en las zonas de difícil acceso para la lengua y la saliva, por ejemplo, cerca de los molares. La velocidad y la intensidad de esta perforación depende de su estilo de vida y de su alimentación . Cuanto más elevados sean sus aportes de azúcar, más aumenta el tamaño de los efectivos de obreros y más rápidamente se perforará el agujero. Si sus aportes de minerales no son óptimos, el esmalte será menos resistente y las bacterias tendrán más facilidad para perforar.
Y después, un día, tras un trabajo de varios meses, de varios años o incluso de varias décadas, los obreros llegan a la dentina. Ésta es el tejido que se sitúa debajo del esmalte, la capa protectora del diente. A partir de este momento, todo va muy rápido . La dentina, que no está tan mineralizada como el esmalte, tolera mucho peor la acidez: si el pH con el que está en contacto baja por debajo de 6,2, ésta también se degrada. Esto significa que usted ya no puede soportar los mismos aportes azucarados que antes. Beber refrescos gaseosos, generalmente azucarados para una persona de 60 años, que presenta varios “agujeros” en el esmalte, tendrá consecuencias mucho más importantes que para una persona de 20 años.
Más tarde, el agujero del diente sigue aumentando, formando un auténtico túnel, y las bacterias patógenas llegan finamente a la pulpa dental . La caries se vuelve entonces especialmente dolorosa. Pero las cosas no acaban ahí: si no se hace nada, las bacterias pueden entonces atacar el ligamento, el hueso o la encía, ¡e incluso llegar hasta la circulación sanguínea! Y el diente solo se sujeta por un hilo …
Par evitar la formación constante de la placa bacteriana, se podría pensar que cepillarse los dientes muy regularmente, por ejemplo, cada hora, es una buena idea. En realidad, es muy mala: un cepillado excesivo de los dientes estropea la superficie de los dientes a largo plazo y acaba por favorecer las caries. La Union Française pour la Santé Bucco-Dentaire (Unión Francesa para a Salud Bucodental) recomienda cepillarse los dientes dos veces al día , una vez por la mañana y una vez por la noche. No más.
En realidad, es mejor encontrar un punto medio con una de nuestras armas naturales: la saliva. Uno se da cuenta de su papel indispensable cuando las glándulas se ven afectadas en ciertas enfermedades y a lo largo del envejecimiento. Ésta tiene muchos recursos para combatir las bacterias patógenas:
Si las caries son frecuentes en las personas mayores, esto también se debe a que, al envejecer, se tiene cada vez menos saliva. Esto es también lo que les pasa a los fumadores.
Para utilizar de la mejor manera esta arma natural, tenemos dos posibilidades:
Los probióticos orales, en plena expansión, tienen la misma ventaja.
Las bacterias beneficiosas, principalmente del género Lactobacillus y Bifidobacterium, son las que tienen el poder de controlar el desarrollo de los microorganismos patógenos causantes de las caries (12) .
Éstas se presentan en forma liofilizada, es decir completamente secas, pero en realidad, siguen estando vivas: cuando se las introduce de nuevo en un medio soluble, como la boca, éstas abandonan su estado de letargo y retoman su actividad. Para colonizar el medio y combatir a las bacterias patógenas, los probióticos deben alimentarse de un alimento específico: los fructooligosacáridos. Al contrario que los azúcares simples, estos compuestos se comportan como fibras solubles y por tanto no son transformados por las bacterias patógenas. Por tanto, se les añade a los complementos probióticos orales para ayudar a las bacterias beneficiosas y permitirles competir con las otras.
Atención, si usted intenta esta opción revolucionaria, no se fie de las apariencias: estos fructooligosacáridos, reconocidos como beneficiosos para la salud, no tienen nada que ver con la sacarosa causante de las caries. ¡Incluso nuestros receptores gustativos pueden dejarse engañar por ésta!
La saliva es un arma temible a condición de que su composición sea óptima. Como ésta depende sobre todo de nuestra alimentación, no es de extrañar constatar que carencias de varios micronutrientes aceleren la caída de los dientes y perturben el fenómeno de remineralización del diente (13).
Se sabe desde hace décadas que la vitamina D mantiene la estructura del esqueleto, contribuye a la salud de los huesos y de los riñones, reduce el riesgo de las enfermedades cardiovasculares, actúa contra la inflamación y estimula el sistema inmunitario (14). Desde hace poco, se sabe también que ésta influye significativamente en la salud de la cavidad oral. Varias propiedades pueden explicar esta acción:
Así pues, varios estudios han mostrado que niveles adecuados de vitamina D permiten combatir el desarrollo de la periodontitis (ataque al hueso del diente) , segundo responsable de la caída de los dientes. La vitamina D posiblemente impide la producción de las citoquinas proinflamatorias IL-1b (interleuquina 1) y TNF-a (del inglés Tumour necrosis factor – Factor de necrosis tumoral a) jugando ambas un papel determinante en la patogénesis de la periodontitis al provocar una reabsorción ósea (es decir una destrucción del tejido óseo) y alterar la cicatrización (15-16). Varios estudios han evidenciado una relación entre niveles bajos de vitamina D (menos de 800 UI al día) y la presencia de indicadores de la enfermedad periodontal (17-19). En cambio, una ingesta de complementos permite reducir la parte ósea alveolar y disminuir los niveles de TNF-a en las encías (20).
br>¡Pero esto no es todo, ya que la vitamina D da en el blanco contra la caries! Varios estudios demuestran la relación entre bajos niveles de vitamina D circulantes y el riesgo de padecer de una caries (21). Por ejemplo, se ha descubierto que los niños que no padecen de caries tienen el doble o el triple de probabilidades de tener niveles de vitamina D óptimos. Existe la misma constatación sobre la producción endógena de la vitamina D a partir del sol: en Estados Unidos, cuanto más soleada es una región, más vitamina D se produce y menos caries hay (22).
Un metaanálisis de 24 ensayos clínicos ha confirmado recientemente estas observaciones mostrando que una ingesta de complementos de vitamina D permite prevenir la caries dental (23). En efecto, unos estudios muestran que la práctica totalidad de las personas (24-27) que viven en latitudes medias y altas tienen niveles de vitamina D inadecuados entre el mes de octubre y el mes de abril.
Unos estudios epidemiológicos han sugerido que éste podía prevenir a la vez las caries y las periodontitis (28-30). Y se explica fácilmente: las cantidades de calcio y de fosfato en la placa bacteriana y en la saliva aumentan la remineralización del esmalte y disminuyen la adherencia de las bacterias relacionadas con las caries (31-32).
Otros elementos evidenciados por la comunidad científica:
En resumen, si usted desea conservar sus dientes el mayor tiempo posible, le presentamos los 8 principales consejos que debe seguir:
¡Ya no crea que perder sus dientes es algo normal! La práctica totalidad de las caídas no está relacionada directamente con la vejez, sino con la progresión de bacterias patógenas.
Referencias
Combinado con 50 mg de orotato de magnesio para aumentar su eficacia
www.supersmart.comChewing gum sin azúcar ni aspartamo con aceite esencial de Pistacia lentiscus
www.supersmart.comForma biodisponible de la vitamina D3 para una absorción óptima
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