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24-11-2015

La hipercoagulación, causa desconocida de las enfermedades modernas

hipercoagulación Por Bruno Lacroix

La salud es un bien precioso, esto no es un secreto para nadie: basta con leer la prensa científica en la que rivalizan artículos sobre el tema. Ahora bien, sabemos que la salud no equivale necesariamente a una ausencia de enfermedades visibles.
En efecto, podemos tener una alimentación sana, tomar suplementos nutricionales y practicar ejercicio regularmente y, no obstante, olvidar un factor clave: la circulación sanguínea.
Efectivamente, si ésta no es lo suficientemente fluida, nutrientes cruciales corren el riesgo de no llegar a nuestras células, mientras que las toxinas que hay que eliminar permanecerán allí acumuladas. El deterioro de la circulación sanguínea varía enormemente de una persona a otra. La mayoría de nosotros, aunque no lleguemos a padecer problemas cardíacos, podemos vernos afectados, sin saberlo, por un problema de hipercoagulación. Un reciente estudio demuestra que las enfermedades crónicas, como el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, las esclerosis múltiples y la infertilidad pueden ser consecuencias directas de la hipercoagulación.

Mala circulación: buscar las causas

Al envejecer, la circulación se deteriora progresivamente o de repente. Las causas de ello son multifactoriales.
Muchos medios naturales permiten mejorar la circulación sanguínea: practicar ejercicio, saunas, masajes; consumir ajo, niacina, Ginkgo biloba. Ciertos medicamentos fluidifican la sangre: la aspirina, la heparina y la coumadina (warfarina). Otros medicamentos muy potentes, como la estreptoquinasa, la activasa y la urocinasa, se prescriben en casos de enfermedades muy graves. Por último, como último recurso, puede que sea necesaria la cirugía.
Sin embargo, no puede evitarse constatar que estas sustancias fluidificantes naturales o medicamentosas detienen la enfermedad pero no atacan sus causas profundas.

Formación del coágulo y del depósito de fibrina debido a una causa patógena

Causas patógenas (bacterias, virus, levaduras), toxinas, así como la contaminación atmosférica pueden desencadenar la formación y la liberación de trombina. Esta última es el punto de partida de una cascada de factores de coagulación que lleva a la producción de fibrina Ésta, compuesta de fibras de “proteínas adhesivas”, puede acumularse y pegarse a la pared interna de los vasos sanguíneos o bien seguir circulando por la presión sanguínea. La fibrina ralentiza el flujo sanguíneo y forma la matriz del coágulo sanguíneo. Si nos imaginamos el coágulo como una protuberancia o un tapón que detiene completamente el flujo sanguíneo, nuevas investigaciones muestran que existe un nivel más sutil de acumulación de fibrina sin un coágulo real. Cuando la sangre tiene tendencia a coagularse o a espesarse más de lo que debería, puede que no se forme un auténtico coágulo inmediatamente. En vez de ello, el flujo sanguíneo puede comenzar a ralentizarse. Cuando ocurre esto, las fibras de fibrina comienzan a pegarse a las paredes de las arterias, ralentizando el flujo sanguíneo. Por último, el caudal de sangre en los vasos capilares más pequeños se ralentiza y en los tejidos de alrededor comienza a faltar oxígeno mientras que se acumula una cantidad, que va en aumento, de desechos indeseables y de toxinas.

El control de la coagulación adaptado a cada persona

El cuerpo produce una enzima fundamental, denominada plasmina, fabricada por las células endoteliales, para detener y disolver la formación de fibrina del coágulo.
A fin de que el organismo pueda detener la hemorragia excesiva y fluidificar la sangre, debe haber un equilibrio de enzimas trombolíticas naturales. Según los expertos en esta materia, una gran parte de la población no posee este equilibrio.
Un depósito de fibrina formado en un tejido muscular puede inflamarse, y ser a menudo la causa de fibromialgias. Si el depósito de fibrina va al útero, ello da un dolor pélvico crónico e incluso infertilidad.
La utilización de fluidificantes (heparina, coumadina –warfarina–, aspirina, ajo y vitamina E) mejora el estado del paciente al restablecer el flujo sanguíneo en los sitios obstruidos. Sin embargo, para ir a la raíz del problema y realmente tratar la acumulación de fibrina, esto no es suficiente. Hay que disolver estos tapones, evacuarlos e, idealmente, prevenirlos. Los medicamentos inyectables, como la urocinasa, la estreptocinasa o la activasa, se utilizan en los hospitales para las urgencias, como en caso de infartos. Son eficaces, pero siguen siendo muy caros y su acción dura poco tiempo (entre 4 y 20 minutos). La nattocinasa (nattokinasa), en cambio, es una gran promesa para el control y el apoyo de una circulación óptima.

Factores que favorecen la hipercoagulación

Los defectos genéticos
Se observa que una parte de la población presenta defectos genéticos que inhiben la producción de plasmina y de otras enzimas trombóticas.

La “alimentación basura”

La producción de enzimas depende de la variedad de vitaminas y minerales engullidos. Éstos son deficientes en la alimentación moderna.

L'âge
Al envejecer, los vasos sanguíneos pierden su elasticidad. La sangre circula más lentamente y tiene más tendencia a coagularse.

El sedentarismo
El ejercicio mantiene la elasticidad de los vasos sanguíneos, aumenta la presión sanguínea y la contracción del músculo.

Los niveles de antioxidantes
Los antioxidantes neutralizan los radicales libres, protegen las células endoteliales de los vasos sanguíneos de la inflamación responsable de la liberación de enzimas que favorecen los coágulos, también protegen una prostaglandina denominada “prostaciclina” que ayuda a fluidificar la sangre. Según unos investigadores, las tasas de antioxidantes en la alimentación en Estados Unidos y en Europa han disminuido en un 50% durante los últimos 25 años.

El consumo de grasas malas

El cuerpo tiene necesidad de grasas buenas para fabricar paredes y membranas celulares saludables e impedir de esta manera que entren los patógenos y las toxinas en las células y les perjudiquen. Cuando consumimos demasiadas grasas malas (trans) y no suficientes grasas buenas, las paredes de las células arteriales se hacen frágiles y pueden dañarse, desencadenando a su vez la liberación de enzimas de coagulación. Debe aportarse diariamente a la alimentación el ácido eicosapentaenoico (EPA por sus siglas en inglés – eicopentaenoic acid), el ácido docosaexaenoico (DHA por sus siglas en inglés – docosahexaenoic acid), ambos ácidos grasos omega 3 y el ácido gamma-linoleico (GLA por sus siglas en inglés – gamma-linolenic acid), ácido graso omega 6.

La sobrecarga de toxinas

Nuestro cuerpo está expuesto diariamente a sustancias como los pesticidas, herbicidas, productos químicos industriales, productos de limpieza domésticos, aerosoles (esprays), materiales de construcción, metales tóxicos, vacunas, contaminación del aire, contaminación de los alimentos y del agua, por no citar más que estos ejemplos. La contaminación atmosférica, especialmente las micropartículas (denominadas PM10), espesa la sangre y favorece la inflamación. Las partículas de la contaminación atmosférica, al provocar una respuesta procoagulante y proinflamatoria, poseen la capacidad de alterar las funciones celulares, para estimular los mecanismos de la coagulación e inhibir las vías de la fibrinólisis (fenómeno de lisis de los coágulos sanguíneos).
Como las toxinas son moléculas solubles en las grasas, tienen tendencia a pegarse a las barreras grasas de las membranas de las células endoteliales, donde éstas se disuelven rápidamente y se alojan en los tejidos grasos del cuerpo: hígado, riñones, nervios y cerebro. Llegadas a este punto, se las considera como neurotoxinas. Éstas interfieren con la comunicación celular e interrumpen finalmente la capacidad del cuerpo para protegerse y curarse a sí mismo.

Unos patógenos más virulentos

La utilización abusiva de antibióticos tiene como consecuencia la resistencia de las bacterias. Mutaciones más fuertes de virus, mohos y levaduras aparecen a un ritmo alarmante. Algunos de estos patógenos atacan directamente las células endoteliales, causando a fin de cuentas la formación de más fibrina. La mayoría de los patógenos bacterianos se desarrollan en un entorno bajo en oxígeno. Al desencadenar la inflamación y otros procesos que interfieren en la circulación, estos patógenos aseguran su supervivencia.

La nattocinasa al rescate

La nattocinasa es una enzima fibrinolítica extraída de un alimento japonés tradicional denominado natto. Es soja fermentada, de un gusto y una consistencia parecidos a la del queso, que se consume en Japón desde hace cerca de 2.000 años para curar los problemas cardiovasculares.
Unos investigadores japoneses han demostrado que 100 g de natto (el alimento) tienen la misma actividad fibrinolítica que una dosis terapéutica de urocinasa. ¡La acción de esta última dura entre 4 y 20 minutos, mientras que la de la nattocinasa dura de 7 a 8 horas! Es notable, si se considera que es una enzima natural que procede de un alimento.
La nattocinasa es uno de los suplementos alimenticios más potentes introducidos en el mercado hace algunos años. Actualmente, el consumo medio de natto por persona en el Japón es de alrededor de 2kg al año. La nattocinasa no presenta ningún peligro, es eficaz y no tiene efectos secundarios.

Conclusión

El aumento de la viscosidad de la sangre está a la raíz de numerosos problemas de salud. Las causas de ello son múltiples, ya sea por una regulación defectuosa de la coagulación, ya sea por el aumento de patógenos, de toxinas, de una vida poco sana que genera así una disminución del flujo sanguíneo, causa principal de la hipoxia (falta de oxígeno), así como una privación de nutrientes y micronutrientes indispensables para el organismo. La falta de oxígeno y de trifosfato de adenosina (ATP por sus siglas en inglés – adenosine triphosphate) genera fatiga, fibromialgia, esclerosis múltiples y problemas cardiovasculares. Para mejorar la fluidez de nuestra sangre, es por tanto imperativo llevar una vida sana, evitando la “comida basura”, y el tabaco, practicando ejercicio físico, consumiendo aceites de pescado, ajo, antioxidantes y bebiendo un mínimo de 8 vasos de agua al día. Por último, para atacar las causas profundas de la hipercoagulación, la nattocinasa constituye una gran oportunidad natural y eficaz.
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