La llegada de los primeros rayos del sol puede revelarse como un auténtico suplicio para aquellos de nosotros que sufren radiodermatitis estivales benignas, que enrojecen con las primeras exposiciones o que están sujetos a las irritaciones o pruritos tras solo unas horas de exposición. Y sin embargo, existen soluciones naturales para mejorar la tolerancia al sol de las personas sensibles y optimizar la calidad del bronceado de aquellas que lo soportan bien.
Con exposiciones más o menos fuertes, y sin protección, los rayos ultravioletas son extremadamente nocivos para las células profundas de la epidermis, ya que causan lesiones, en ocasiones irreversibles, al nivel de los tejidos de sostén que van desde efectos puramente estéticos, como la formación de arrugas en la cara, el cuello y el escote, hasta "perjuicios para la salud”, con la aparición de melanomas.
La alimentación y los complementos nutricionales desempeñan unos papeles esenciales en la protección de la epidermis, y la toma de determinadas sustancias naturales, antes, durante y después de la exposición, permitirá preparar la piel, aportar una protección global contra determinados efectos de los rayos solares, optimizar el bronceado y prolongarlo incluso después de las vacaciones.
La clase de antioxidantes por la que habrá que apostar prioritariamente es la de los carotenoides que refuerzan la pigmentación de la piel, mejoran sensiblemente la tolerancia al sol y aportan protección a los diferentes tejidos en contacto directo con la luz (piel, ojos). Estos carotenoides tienen asimismo la propiedad de estimular la producción de melanina, el pigmento que aporta su agradable color a la piel y por último, se oponen a la acción inmunodepresora de los rayos ultravioleta.
Numerosos estudios han demostrado que el consumo diario de diversos carotenoides mejora sensiblemente la fotoprotección y la tolerancia al sol:
- El beta-caroteno, el más mediático, es el segundo caroteno con más presencia en la alimentación. Precursor de la vitamina A, se reconoce tradicionalmente por sus virtudes protectoras de las células epiteliales y por su eficacia para broncear progresivamente la tez.
- El licopeno es, por su parte, el caroteno más abundante de la piel. Según determinados estudios, su toma atenúa de forma notable la aparición del eritema solar en las personas sensibles y permite reducir prácticamente a la mitad la intensidad de las quemaduras solares y los daños celulares más profundos.
- La luteína y la zeaxantina son dos carotenoides asociados con frecuencia en los alimentos y también en el organismo, ya que están presentes principalmente en la mácula, una región central de la retina, que filtra la luz azul. Actúan de forma sinérgica con los carotenoides anteriores para proteger la piel de los efectos de las radiaciones ultravioletas y constituyen además antioxidantes específicos de la visión que protegen el ojo del estrés oxidativo.
- La astaxantina sintetizada naturalmente por un alga, la Haematococcus pluvialis, es consumida por las gambas y los salmones y da a estos últimos sus colores característicos. Es un poderoso antioxidante específico de la visión y de la piel, sometidas a las radiaciones ultravioleta del sol. En el caso del ojo, aumenta el flujo sanguíneo en la retina y posee potentes propiedades antioxidantes, protegiendo así los tejidos del cristalino contra los efectos nefastos de los radicales libres.
Las personas de piel naturalmente pálida, pero no únicamente ellas, como complemento de los alimentos que rebosan carotenoides, como las frutas y las verduras de color rojo anaranjado y las verduras verde oscuro, deben consumir obligatoriamente cada día complementos nutricionales solares, desde ahora recomendados por la mayoría de dermatólogos para:
- Preservar el capital solar y disminuir las quemaduras solares,
- Combatir los daños causados por los UV sobre las células de la piel y de los ojos,
- Limitar las radiodermatitis estivales,
- Evitar el resecamiento, las arrugas y las manchas poco agraciadas, sinónimos de envejecimiento,
- y por último, poder «broncearse» de forma duradera al sol limitando al máximo sus perjuicios.
Como los carotenoides actúan en sinergia, es preferible dirigirse hacia fórmulas integrales y, como se asimilan mejor con un poco de materia grasa, consumirlas preferentemente a mediodía o por la noche con aceites que aportes ácidos grasos específicos para limitar el resecamiento cutáneo.
Junto a los carotenoides, conocidos y reconocidos, un tipo de helecho de las regiones tropicales y subtropicales de América encuentra también su lugar para calmar y proteger la piel: el
Polypodium leucotomos. Este extracto botánico ha sido objeto de diversos estudios que han puesto en evidencia sus múltiples efectos protectores, tanto en el nivel celular como en el sistémico, contra las incidencias de las radiaciones UV del sol. Su ingestión, 15 días antes de los primeros rayos y después durante toda la exposición, se revela como un medio eficaz y seguro para disminuir de forma significativa los eritemas, las erupciones cutáneas, las urticarias y limitar las fotolesiones causadas por los rayos UV en el ADN que, a largo plazo, constituyen un factor de riesgo de cáncer cutáneo.